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Por Alexis Paredes

Crisis Económica Sub Prime

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Reserva Federal de los Estados Unidos

Bolsa de Nueva York

La crisis económica, que comenzó a gatillar el sector hipotecario de los Estados Unidos, se ha convertido en un problema de proporciones para la economía mundial, pero cuyos antecedentes se remontan a tiempo atrás y con consecuencias que aún no se hacen sentir con todo su peso.

La denominación Subprime surge en el sistema financiero norteamericano para referirse a los créditos otorgados a clientes, ya sea con poca solvencia, bajo puntaje de crédito o con un dudoso historial crediticio, lo que hace que los montos sean entregados con un interés más elevado y con cláusulas de cancelación más exigentes. Los créditos subprime son utilizados en mayor medida en el sistema hipotecario y fueron profusamente entregados desde 2001 en adelante, en un verdadero boom de liquidez, la cual alimentó la especulación en los bienes inmuebles, ya que las hipotecas de éstos se comenzaron después a transar en bonos, comprándose y traspasándose esas deudas a numerosos fondos de inversión. Los factores que permitieron esta crisis, fueron el desplome de las empresas tecnológicas, ya que con ello se liberaron capitales especulativos, que vieron en la alternativa inmobiliaria una oportunidad de inversión segura. A esto se suma que, luego de ocurridos los atentados del 11 de septiembre de 2001, los bancos centrales bajaran las tasas de interés a niveles históricos, para reactivar las economías que comenzaron a mostrar signos de ralentamiento. Estos factores hicieron que existiera una enorme liquidez en los mercados y se apostara por entregar créditos hipotecarios subprime.

Si bien esta fragilidad financiera era conocida por los agentes del mercado, la preocupación comienza a cobrar mayor interés cuando la Reserva Federal de los Estados Unidos comienza a subir los tipos de interés, para tener a freno la inflación a partir del año 2004, lo que ayuda a que la disponibilidad de “plata dulce” disminuya y los precios de las viviendas, que habían crecido espectacularmente debido a esta demanda especulativa, comiencen a caer. Esto hace que los inversores no reciban tanto dinero por sus inmuebles y la entrega de créditos comience a restringirse, y así el círculo comience a cerrarse.

Cronología de la crisis

Ya en el 2005 el precio de venta de las casas y el promedio de ventas inmobiliarias había caído exponencialmente y las entidades financieras ya presentaban serios problemas de liquidez, por lo que no podían responder ni a los inversores o recibir nuevos fondos frescos. Para el 2006, los embargos hipotecarios eran moneda corriente a lo largo de los 50 estados de la Unión Americana, llevando a la quiebra a numerosas entidades hipotecarias; ese año, la crisis ya se había trasladado a los mercados de valores, ya que el índice bursátil que mide la construcción en el territorio estadounidense (U.S. Home Construction Index) cae en un 40%.
Cuando en Agosto de 2007 la crisis aparece a nivel internacional, es sólo cuando comienza a salpicar a los mercados internacionales. Las críticas a este modelo subprime de entrega de créditos ya era fuertemente criticado en los Estados Unidos, pero las advertencias no fueron escuchadas. Pero como los inversores principales ya habían escapado de las hipotecas de cualquier tipo, el dinero simplemente ya no estaba para continuar. Antes del 9 de agosto, que es cuando la crisis se traslada a las bolsas mundiales, el desgaste financiero mostrado por instituciones que mostraban altos volúmenes en el negocio o eran prestigiosas en el mercado comienzan a caer: en marzo de 2007, la Bolsa de Nueva York (New York Stock Exchange, NYSE), retira de sus indicadores a la hipotecaria New Century por insolvencia y presunto delito contable; en junio, fondos flexibles (hedge funds) que invertían en deudas por títulos de una importante prestadora de fondos, Bear Stearns, entran en quiebra. Ya en julio la Reserva Federal norteamericana anuncia que las pérdidas generadas por las hipotecas subprime estaban en el rango de los 50 mil y 100 mil millones de dólares. El 2 de agosto quiebra la casa de inversiones Blackstone y el décimo banco hipotecario de los Estados Unidos, el American Home Mortage, despide a todo su personal el día 4 y solicita la quiebra el mismo día, sumándose a la declaración de quiebra del National City Home Equity.

El 9 de agosto es cuando el pánico hace presa de las bolsas mundiales, ya que comienzan a presentar índices descendentes de manera abrupta, pues la crisis está ensuciando otros mercados. Ya se sabe que el banco alemán IKB es rescatado de la bancarrota por las autoridades financieras europeas, debido a su exposición a inversiones subprime norteamericanas. El francés BNP Paribas suspende tres fondos debido a falta de liquidez y así han seguido cayendo bancos y la inestabilidad financiera continúa hasta el día de hoy. Las imágenes que estábamos acostumbrados a ver como propias de América Latina, con filas de personas esperando retirar sus ahorros de los bancos, al estilo del “corralito” argentino, ahora suceden en Inglaterra, cuando el quinto banco hipotecario del país, el Northern Rock, debe solicitar su rescate por parte del Banco de Inglaterra. Esta crisis subprime, debido a la volatilidad de los capitales en un entorno globalizado, ha hecho que hasta bancos chinos hayan tenido capitales comprometidos en este evento. Y el miedo que produce al pensar cuando sucederá la corrección de los mercados, hace que muchos miren con no demasiado optimismo el futuro: a pesar de la intervención de los Bancos Centrales de todo el mundo para dar liquidez al sistema, los índices no repuntan, las bolsas continúan dando señales contradictorias, y se comience a especular con una recesión a nivel global.

Consecuencias

Aunque diferentes organismos sitúan la crisis con rangos de pérdidas entre los 200 y 400 mil millones de dólares hasta el momento, muchos ya prevén lo que sucederá aquí, en América Latina. Mientras economistas señalan que la dependencia de las economías latinoamericanas es alta y por ende, si los Estados Unidos caen en recesión nuestra región se vería golpeada fuertemente, otros sostienen que aunque las economías latinoamericanas padecen de varios males, estarían libradas de este problema, porque se trata de un instrumento financiero que no está presente en nuestros mercados y es casi imposible ver productos similares a él. Lo que sí podría afectar, de manera considerable, es la falta de liquidez para nuevos emprendimientos, aunque el alto valor de las materias primas sea estimulado por los mercados asiáticos, lo que hace que aún entren dólares frescos a la región. Pero todo esto en el apartado que China continúe liderando efectivamente el carro del planeta. Si China, a pesar de desvincularse cada vez más del dólar, tiene demasiados fondos comprometidos en el subprime norteamericano, nadie se aventura a pensar lo que podría suceder, hasta que el mercado sufra una severa correción.