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La Ley N°
19.906, comúnmente conocida como "Ley Austral",
fue promulgada en abril de 1999, y dispuso un conjunto de beneficios
tributarios para atraer la inversión y de esa forma estimular
el desarrollo económico de las regiones de Aysén y
Magallanes.
Luego de tres
años desde su entrada en vigencia, la comisión especial
sobre zonas australes de la Cámara de Diputados estudia una
serie de modificaciones para que la ley se convierta en la principal
herramienta para estimular la economía de la zona.
Empero, dentro
del Congreso existen parlamentarios que consideran nulo el aporte
que puedan tener para los habitantes del extremo sur del país
los actuales cambios. Uno de ellos es el diputado por la zona de
Aysén, Patricio Melero, quien señala que estos cambios
"no van a causar mayor impacto en esta región, debido
a que desde la promulgación de la ley no se ha materializado
ninguna inversión que se haya acogido a los incentivos que
establece esta norma".
En concreto,
los cambios que se estudian a esta legislación contemplan
dos ámbitos. El primero es extender la zona franca de Magallanes
hasta Aysén para los bienes de capital. El parlamentario
UDI indica que esta ampliación debe ser de carácter
general, "ya que sólo considerar los bienes de capital
es una buena intención, pero que en términos prácticos
va a tener muy poco efecto en la economía de la zona".
La segunda modificación
que considera el proyecto es una variación en el régimen
de crédito tributario, que se espera favorezca preferentemente
a las inversiones en el ámbito del turismo, "ya que
la Ley Austral original no contemplaba este sector económico",
asevera el miembro de las comisiones de Economía y de zonas
australes de la Cámara Baja .
Según Melero, las modificaciones a la "Ley Austral"
no son suficientes para estimular la economía de la zona.
"Se debe considerar, por ejemplo, que Aysén posee los
consumos básicos más caros de Chile y ése es
un elemento que aleja a los inversionistas. Otro cuello de botella
es el costo del transporte , ya que el traslado de productos es
incluso más caro que en la Región de Magallanes".
Con nombre
y apellido
Sin embargo,
el punto más cuestionado de estas modificaciones se relaciona
con los mecanismos facilitadores que permitirá que esta nueva
"Ley Austral" haga más expedita la instalación
de la planta reductora de aluminio, Alumysa, en esta región.
Para el parlamentario,
el informe financiero de esta ley "establece que los cambios
que se discuten no tendrían ninguna importancia económica
para el Estado, salvo que se materialice Alumysa. Por lo tanto,
es un proyecto que tiene nombre y apellido". Agrega que los
beneficios que considera esta nueva normativa para las empresas
instaladas en la zona "van a servir muy poco o nada, pero a
Alumysa le servirán bastante".
El diputado
recalca que no objeta que este proyecto de ley esté dirigido
a esta industria, aunque enfatiza que los beneficios deben llegar
a todos los sectores productivos de la región.
La procesadora
de aluminio Alumysa corresponde a un proyecto de la minera canadiense
Noranda, una de las principales compañías minero-metalúrgicas
del mundo. Esta transnacional también contempla la construcción
en la Región de Aysén de un puerto de embarque y tres
centrales hidroeléctricas interconectadas, las cuales proporcionarán
la energía necesaria para la operación. Alumysa y
la infraestructura asociada involucra recursos por cerca de dos
mil 750 millones de dólares, la mayor inversión extranjera
que se haya realizado en Chile. Los gestores de esta industria esperan
que esta planta produzca alrededor de 440 mil toneladas anuales
de aluminio.
El interés del gobierno porque la instalación de Alumysa
se lleve a cabo ha sido explícita. Y la voz cantante de promover
la ha tenido el biministro de Economía y Energía,
Jorge Rodríguez Grossi. La meta que se propuso el secretario
de Estado al asumir esta cartera fue eliminar todo tipo de trabas
y dificultades para agilizar el desarrollo y la llegada de capitales
foráneos. Y uno de los proyectos estrella es la planta de
aluminio en la zona de Aysén.
En este tema
el ministro no ha sido muy diplomático para expresar sus
opiniones, y ha declarado sin tapujos lo que piensa sobre los que
se oponen a la construcción de esta industria argumentando
razones medioambientales. "¿Para qué sirve tener
la zona más descontaminada del mundo si no hay nadie...?
¿Para qué quiero un país o un Aysén
de santuario de la naturaleza si nunca lo vamos a poder disfrutar?",
fue una de las joyitas de Rodríguez que evidencian la postura
del ejecutivo frente al tema.
Estas declaraciones
del secretario de Estado obviamente tuvieron eco en quienes se vinculan
con los temas medioambientales. Uno de ellos fue el miembro de la
Fundación Terram y ganador del Nobel alternativo en 1998,
Juan Pablo Orrego, quien calificó como "poco serios"
los dichos de Rodríguez Grossi. Agregó que se trataba
de una declaración "netamente política. Aquí
hay una especie de alineación desde que el ejecutivo comenzó
a apoyar el proyecto (Alumysa), a través de las declaraciones
del ministro de economía".
¿Progreso
o destrucción?
La razón
principal de la instalación de Alumysa en la región
de Aysén se debe a la gran capacidad energética que
posee la zona. Esta procesadora de aluminio requiere de una gran
cantidad de electricidad para su funcionamiento, y Aysén
reúne las condiciones necesarias para generar electricidad
sin problemas, debido al gran potencial de energía que representan
los caudales de los ríos que atraviesan el extremo sur del
país y, por ende, la posibilidad de construir centrales hidroeléctricas
sin temor a que escasee el vital elemento.
El daño
irreparable al ecosistema y las consecuencias negativas en otros
sectores productivos de la región han sido los principales
argumentos que han puesto en el tapete quienes se oponen a la edificación
de Alumysa.
Una de las organizaciones
que ha llevado la batuta en contra de la procesadora es la Alianza
"Aysén, reserva de Vida", compuesta por los principales
grupos ambientalistas del país. Plantean que sólo
la creación de la Central Hidroeléctrica Río
Cuervo, significaría la fusión de los lagos Yulton
y Meullín, lo que destruiría zonas ecológicas
ricas en recursos naturales y de enorme potencial económico,
sobre todo en el sector del turismo.
La última
de las acciones judiciales para impedir la llegada de la planta
de aluminio la realizó esta organización el 19 de
julio. En la ocasión, el abogado de la minera canadiense
en Coyhaique, Alberto Galilea, compareció ante el Juzgado
de Letras en lo civil de Puerto Aysén para sostener una audiencia
con su par de "Aysén, Reserva de Vida". Como afirma
la oficina de comunicaciones de la Corporación de Defensa
de la Flora y Fauna (Codeff), una de las instituciones que participa
en la Alianza, esta reunión tuvo como objetivo "responder
por la posible destrucción de los lagos Yulton y Meullín
y de seis mil hectáreas de humedales".
Según
la Codeff, esta audiencia es parte de la querella de amparo presentada
el dos de julio e interpuesta en tribunales de Puerto Aysén
por los abogados de la Fiscalía del Medio Ambiente (FIMA)
y la Alianza, "que busca proteger los lagos Meullín
y Yulton, y la laguna Quetro, en su calidad de bienes nacionales
de uso público, recursos que serían afectados de consolidarse
el mega proyecto Alumysa".
Quienes también
rechazan a Alumysa son representantes de los sectores productivos
de la región, debido a la declinación que ocasionaría
esta industria en las actividades que se desarrollan en la zona,
como la pesca artesanal, el turismo, el comercio a escala local
y la ganadería. Otro ámbito productivo que ha presentado
recursos en contra de la canadiense en los tribunales han sido los
productores de salmones, que temen una probable contaminación
de aguas que puedan provocar los desechos de la procesadora
Empero, igualmente
existen voces que están a favor del proyecto de la minera
internacional. Para los defensores, Alumysa es un proyecto que utilizará
tecnología limpia, que no agota ningún recurso natural,
sino que sólo usa recursos renovables, como la energía
hidroeléctrica, para su funcionamiento.
Al igual que
los detractores del proyecto, en la discusión también
exponen las implicancias económicas que significará
para la región esta procesadora. Se estima que en la construcción
de la infraestructura que requiere la planta se requerirán
más de tres mil trabajadores, mientras que otros quince mil
tendrán empleos por servicios adicionales, como transporte,
vivienda, salud, educación, hotelería y servicios
financieros. En el peak de los trabajos, habrá ocho mil personas
en acción.
Los ejecutivos
de Alumysa esperan que las operaciones de la planta comiencen el
año 2008.
Habrá
que esperar el curso de los acontecimientos y constatar qué
tipo de desarrollo quiere el país: defendiendo a toda costa
labores productivas compatibles con la naturaleza, o actividades
que sacrifiquen el medio ambiente pero aseguren un rápido
crecimiento económico.
Fotos:
http://www.iepe.org
http://www.economia.cl
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