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Miles de jóvenes
rinden la Prueba de Aptitud Académica (PAA) año a
año con el objetivo de ingresar a la universidad. Mientras
unos lo hacen motivados por el deseo de adquirir conocimientos que
sirvan a la sociedad, otros se enfrentan al proceso para satisfacer
una exigencia familiar.
Independiente
de su motivación, el sueño de ingresar a la universidad
choca con el problema del financiamiento de los aranceles que cobran
las universidades para permanecer en ellas.
Gracias a la
liberalización de la enseñanza universitaria, impulsada
por la dictadura de Augusto Pinochet a principios de los 80, florecieron
casas de estudio privadas. Éstas ofrecen la posibilidad de
estudiar a más jóvenes -desechados por el sistema
tradicional- eso sí, con el lucro de por medio.
José
egresó de la enseñanza media con promedio 4,9 y entró
a estudiar Agronomía en la privada Universidad Mayor. Después
que su padre canceló una fuerte suma por la matrícula
y los aranceles, éste no rindió en lo académico
y se cambió de carrera.
Para fomentar
la incorporación a la universidad de aquellos que quieren
estudiar, pero no pueden pagar, se creó el Fondo Solidario.
Este sistema consiste en determinar el ingreso per capita del estudiante
y sobre la base de un cálculo llamado Acreditación
Socioeconómica, se obtiene su capacidad de pago.
En éste
se estima que un alumno de educación superior vive con 60
mil pesos mensuales. Incluyendo transporte, alimentación
y gastos varios, como fotocopias. De acuerdo a esto, se calcula
la cantidad de crédito con la cual se beneficia al universitario.
Imaginemos una
familia de cuatro personas cuyo ingreso total asciende a 400 mil
pesos. De esta suma al estudiante le corresponden 100 mil a los
cuales se restan los 60 mil que se supone necesita para mantenerse.
Entonces, para el sistema de acreditación el educando puede
pagar 40 mil.
Siguiendo con
el ejemplo, si el arancel de su carrera es de 120 mil pesos mensuales,
el Fondo Solidario debería aportar cada mes con 80 mil.
El vicepresidente
de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile
(Fech), Rodrigo Henríquez, cuenta el problema del Fondo Solidario:
"cuando empezó esto, tu recibía un beneficio,
año cero, donde el Estado ponía el dinero para cubrir
aquello que los estudiantes no podían pagar, eso por cinco
o seis años. Luego, el Estado no pone más plata y
el dinero retorna a través del pago que hagan los estudiantes
que recibieron el beneficio".
Pero agregó
que eso no ha funcionado por dos razones: el aumento delo valor
de los aranceles y matrículas y por el bajo retorno de los
pagos.
Henríquez
y la Fech estimaron que las personas que reciben bajo un 50% de
crédito, son aquellos que pueden pagar todo. Quienes reciben
entre 50 y 100, no alcanzan a pagar toda su deuda con las condiciones
de pago actual.
Éstas
son, dos por ciento de interés, quince años de plazo
y dos de gracia una vez que el alumno egresó. El retorno
esperado es de 65%, no obstante, si éste se cumple igual
existiría un déficit de 25 mil millones de pesos a
raíz del crecimiento de las matrículas y los aranceles.
A juicio de
Henríquez, para que reingrese el 100% de los créditos
se deben mejorar las condiciones de pago. Aumentar los años
de plazo, elevar el interés y generar un sistema de cobranza
efectiva.
Los privados,
expertos en el tema de cobrar, ven con buenos ojos su introducción
al Fondo Solidario, y por eso el gobierno les propuso a las Administradoras
de Fondos de Pensiones (AFP) y a la banca participar del sistema.
El Estado se haría cargo de las deudas de quienes no terminan
sus carreras.
Esta reforma
presenta otro vicio y es que el sector estatal tendría sólo
un rol subsidiario, garante de los privados y no del estudiante.
Por esta razón,
los estudiantes de "privadas" creen en la posibilidad
de acceder al crédito universitario. El problema radicaría
ahora en la acreditación académica de los planteles.
Existe un número
importante de casas de estudio privadas cuya misión universitaria
está en tela de juicio porque sólo imparten "carreras
de pizarrón", y como señala Henríquez,
"ofrecen ingenierías donde ni siquiera hay ramos de
cálculo y matemáticas".
La
Fech no se opone a que los planteles privados ingresen al Fondo
Solidario siempre y cuando ofrezcan libertad de cátedra,
es decir, que muestren todas las visiones de los temas y no sesguen
la educación. Un ejemplo de esto se vive en la universidad
de Los Andes donde no se enseñan métodos anticonceptivos
a los estudiantes de medicina.
También
plantean que es necesario que estas casas de estudio permitan la
organización estudiantil y que se acabe con medidas restrictivas
como el acudir a clases vestido de determinadas formas.
Además
del crédito, existen otros dos subsidios del fisco: el Aporte
Fiscal Directo (AFD) y el Aporte Fiscal Indirecto (AFI). El 95%
del AFD se entrega según la participación de la universidad
en el año anterior y el cinco por ciento restante de acuerdo
a los proyectos y programas de investigación que posean.
Las universidades
regionales, escindidas de la Universidad de Chile, se ven perjudicadas
con este sistema porque "La Chile" se queda con la mayor
parte del financiamiento.
Por otra parte,
el AFI, es el dinero que entra a las universidades -privadas o fiscales-
que logran captar a los alumnos con los 27 mil 500 mejores puntajes
de la PAA.
"Hay una
fuerte correlación de los estudiantes que estudian en los
mejores colegios, preuniversitarios y que entran a las carreras
más caras, a las mejores facultades y acrecientan la brecha
del sistema de educación superior", explica Henríquez.
El criterio
de asignación del AFI posibilita que las "privadas"
ofrezcan becas completas a estudiantes con alto puntaje en la PAA.
La desaparecida Universidad de Las Condes brindaba gratuidad a quienes
poseían 750 puntos o más en la PAA. Así, planteles
de baja calidad, conquistan a estudiantes con beneficios económicos
que sólo alimentan negocios enmascarados de casas de estudio.
El Arancel Diferenciado
es un sistema alternativo al Fondo Solidario. Mejora el sistema
de acreditación socio económica y eleva el techo de
60 mil pesos con los cuales vive un estudiante, según el
Fondo. Luego de determinar la capacidad de pago, se paga lo que
se puede, el resto es subsidiado por el Estado.
El fisco obtendría
los recursos de una mejor distribución del Producto Interno
Bruto (PIB) y de una eficiente recaudación de impuestos.
La Fech propuso
que el diez por ciento destinado a las Fuerzas Armadas de la Ley
del Cobre debería distribuirse en educación, salud
y vivienda.
Actualmente,
la educación superior recibe el 0,67% del PIB. El déficit
es de 43 mil millones de pesos correspondiente al 0,17% del PIB.
Si se eleva el aporte del PIB a la educación se supera el
problema de la deuda.
El Fondo Solidario
está en crisis producto de la deuda que arrastran las universidades.
La discusión de un programa de ayuda económica alternativo,
como el Arancel Diferenciado es una tarea pendiente que se debe
resolver pronto.
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