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El
primer Campeonato Mundial de fútbol del siglo XXI, realizado
en el continente asiático, es muy probable que no permanezca
en el recuerdo colectivo por su calidad futbolística. Sin
embargo, existe un punto sobre el cual no quedará duda: el
certamen de Corea-Japón se transformó en el mundial
más oneroso de todos los tiempos, superando con creces a
su antecesor francés del '98.
Hace cuatro
años, cuando se asignó la sede de la copa a las dos
naciones orientales, lo que se buscó fue atrapar al esquivo
público asiático. Carente de afición por el
fútbol a la usanza occidental, pero con un gran poder adquisitivo,
este lugar del orbe se convirtió en el mejor de todos para
seguir explotando comercialmente el "negocio fútbol".
Entonces, considerando
la escasa tradición futbolística que poseen tanto
nipones como coreanos, los comités organizadores de ambos
países incurrieron en gigantescos gastos para la construcción
y remodelación de estadios que atraparan la atención
de sus ciudadanos.
A estas inversiones
se agregó el desembolso que, para hospedar a deportistas
y turistas, se realizó con el fin de aumentar la capacidad
hotelera. Los costos operacionales propios de tan importante cita
también ocuparon un importante renglón de la lista
que arrojó un total de cuatro y medio millones de dólares
a la organización del evento.
Gran parte del
esfuerzo y del presupuesto de los orientales se ocupó en
solventar la construcción de nuevos escenarios deportivos
a la altura de los partidos que se disputarían. Por este
ítem se gastaron más de mil 500 millones de dólares,
ya que se debió reconstruir completamente 17 campos de juego.
A excepción
del Nagai Stadium de Osaka, el Olímpico de Seúl -sede
del partido inaugural- y del International de Yokohama -escenario
de la final- el resto de los coliseos necesitaron cirugías
mayores.
La sorpresa
del primer campeonato binacional fue la edificación del estadio
de Sappore. El recinto cuenta con 40 mil graderías y lo más
sorprendente, una cancha natural móvil que permanece fuera
del estadio y se introduce sólo cuando hay partidos.
Aprovechando
el envión, la ciudad coreana de Busán, además
del estadio construyó una villa olímpica para albergar
a las 40 delegaciones que participarán en octubre próximo
de los Juegos Asiáticos 2002.
Si se compara
con el mundial de Francia ´98, la cifra actual es significativamente
superior, ya que en tierras galas se gastó poco más
de 750 millones de dólares en los recintos deportivos.
Una de las críticas
que surgieron por el gasto en campos de juego es que una inversión
de tal magnitud no se justifica sólo por un campeonato. Éste
no abarca más de un mes y además se efectúa
en países sin historia futbolística.
Las voces disidentes
argumentan que las ligas locales no se caracterizan por llevar grandes
cantidades de espectadores a sus respectivos juegos y que en un
futuro cercano los estadios se convertirán en "elefantes
blancos".
En Japón,
la asistencia media a los partidos del torneo local en 1999 fue
de 11 mil 700 espectadores, y un año después, el equipo
con más seguidores, el Kashima Antlers, sólo logró
atraer un promedio de 17 mil 507 espectadores a su cancha.
Una segunda
divergencia que surgió por el mundial, es el efecto económico
que tendrá en ambas naciones. En el caso de los nipones,
antes del mundial la economía seguía estancada producto
de una crisis que arrastra doce años. En el 2001, el desempleo
superó el 5% en un país acostumbrado al pleno empleo.
El actual primer
ministro japonés, Junichiro Koizumi, tiene una tarea titánica
para que la nación nipona vuelva a tener el impresionante
dinamismo económico de décadas pasadas. Entre ellas
destacan el recorte del endeudamiento fiscal, la venta de compañías
estatales y obligar a los bancos a pasar a pérdidas los créditos
incobrables.
En tanto, Corea
del Sur pasa por un positivo momento económico. La economía
creció el primer trimestre de este año un 5,7%. Desde
1998, cuando las finanzas coreanas colapsaron por la crisis asiática,
la tendencia es al alza.
El cambio se
debe a las reformas impulsadas por el presidente Kim Dae Jung, quien
tras asumir el poder a inicios del ´98, obligó a los
grandes conglomerados industriales -Samsung y Hyundai- a deshacerse
de inversiones que generaban pérdidas y concentrarse en los
ámbitos de mayor ganancia. Los bancos débiles fueron
cerrados, fusionados o vendidos a inversores extranjeros.
El
gran negocio
Cuando los principales
responsables del torneo fueron consultados por sus gobiernos sobre
las cuantiosas sumas que estaban desembolsando, la respuesta siempre
apuntó a una inversión en el tiempo.
"Era la
oportunidad perfecta para desarrollar nuestras infraestructuras,
promover el fútbol y otros deportes, y dejar una herencia
para el futuro futbolístico en Japón", señaló
el director del Comité Organizador de ese país (Jawoc),
Junji Ogura.
Empero, la realización
de un torneo de tan grandes dimensiones no se realiza simplemente
para invertir a futuro.
Lo cierto es
que la venta de entradas para los partidos, los derechos de televisión
en todo el mundo, la concesión de licencias y la venta de
productos oficiales de la copa del mundo son aspectos que generan
fuertes ingresos.
De paso permite
a los aficionados formar parte de la acción y declarar su
apoyo a su equipo favorito, luciendo una gorra, una camiseta o un
recuerdo, ya sea en Oriente o en otro lugar del planeta.
Para graficar
los dineros por este último concepto, la facturación
bruta global de la copa realizada en EE.UU. en 1994, fue de 550
millones de dólares, mientras que en Francia produjo un volumen
de negocios que alcanzó los mil 200 millones de dólares.
Para Japón-Corea se espera que los ingresos alcancen, al
menos, el mismo nivel.
Pero no es llegar
y fabricar productos con la imagen del mundial. El ente rector del
fútbol, la Federación Internacional de Fútbol
Asociado (FIFA), protege los derechos de sus auspiciadores.
Entre quienes
compraron derechos comerciales para el mundial se encuentran Adidas,
Budweiser, Coca-Cola, Fuji, Xerox, Gillette, Hyundai , JVC, MasterCard,
McDonald's, Philips, Toshiba y Yahoo!, entre otras empresas. El
40% de los ingresos por licencias oficiales procede de la industria
textil.
En cuanto a
la venta de entradas, los dineros que ingresan por este concepto
no son menores. Por ejemplo, para acceder al partido final los aficionados
debieron cancelar un mínimo de 300 dólares por el
boleto más barato, unos 210 mil pesos chilenos.
Pese a la importancia
y la trascendencia del campeonato, aparecieron problemas con la
venta de entradas. Algunas federaciones de países clasificados
no devolvieron a tiempo las entradas que no vendieron, lo que provocó
que en algunas canchas se apreciaran graderías vacías.
La empresa británica, Byrom, encargada de la venta de los
boletos, nada pudo hacer para reimprimir las entradas.
El secretario
general de la FIFA, Michel Zen-Ruffinen, afirmó que la culpa
no es atribuible a la firma inglesa -considerada a priori como la
principal responsable- ni al sistema elegido para que todos los
billetes fueran nominativos.
La bendita
TV
La principal
fuente de ingresos que posee la FIFA, en tiempos de mundial, proviene
de los derechos que los canales pagan para transmitir en directo
los encuentros.
La alta recepción
televisiva del campeonato está reflejada en las cifras que
reportó el partido inaugural entre Francia y Senegal. Más
de 500 millones de personas vieron en la pantalla chica como los
debutantes africanos derrotaron a los campeones del mundo.
Tras la quiebra
de ISL, firma suiza que tenía todos los derechos de transmisión
de los eventos organizados por la FIFA, fueron los alemanes del
conglomerado comunicacional KirchMedia quienes ganaron la licitación.
En diciembre de 2000, la compañía germana se apropió
de la transmisión por TV y radio de éste y del próximo
mundial a realizarse en su país el 2006.
Para recuperar los mil 700 millones de dólares que pagó
a la FIFA, KirchMedia comenzó de inmediato a ofrecer a cadenas
regionales las prerrogativas de transmisión. Es así
como DirectTV, luego de aceptar los 400 millones de dólares
que los alemanes le cobraron, se quedó con los derechos de
Argentina, Chile, Colombia, México, Uruguay y Venezuela.
Pese a que la
selección colombiana no participó de la copa Japón-Corea,
dos cadenas de abiertas de ese país compraron los derechos
a DirectTV. RCN y Caracol entregaron tres y medio millones de la
moneda estadounidense por un paquete de 40 de 64 partidos.
La negociación
comenzó en cinco millones y tras largos meses de regateos
se firmó el acuerdo. En Argentina, la legislación
consagra el derecho de sus ciudadanos para ver los partidos de la
selección albiceleste por televisión abierta. A Cablevisión,
empresa que posee la señal de DirectTV, no le quedó
más opción que abrir su señal y emitir los
partidos para todos.
En Chile, el
problema no fue menor. Al igual que los colombianos, los chilenos
sólo aspiraban ver el fútbol mundial. No obstante
fueron meses de negociaciones, en las que incluso intervino el gobierno,
sólo diez horas antes de la ceremonia de inicio, el pacto
se logró.
El canal de
la Universidad Católica (UCTV) y Televisión Nacional
de Chile (TVN) fueron los elegidos. Ambas estaciones cancelaron
cerca de dos millones de dólares por 40 partidos, las repeticiones
de otros 20 duelos de menor atractivo y la totalidad de los goles
del certamen.
La forma de
pago se dividió en que 1,8 millones de dólares se
cancelaban en efectivo y el resto con publicidad.
En cambio, la
ronda de millones de dólares que desembolsaron países
con mayor capacidad económica fue impresionante. En Brasil,
la red Ó'Globo cedió 220 millones a Kisch Media; las
cadenas norteamericanas ABC, ESPN y Univisión, 50 millones;
y la BBC, en el Reino Unido, 283 millones. En España, la
transmisión la realizó Vía Digital, que adquirió
los derechos por 130 millones; y en Italia, la Radio y Televisión
Italiana (RAI), pagó casi 150 millones.
El continente
africano se erigió como la excepción del campeonato
de Japón-Corea 2002, en cuanto a pagos se refiere. Todos
sus habitantes pudieron ver los partidos sin cargar con la cuenta.
La FIFA estableció
una cláusula de gratuidad para los canales de televisión
abierta de esa región, que KirchMedia debió aceptar,
aunque se excluyó de ella a Sudáfrica, donde el nivel
de ingresos es mucho mayor que el de sus vecinos.
En el recuerdo
de este Mundial no sólo quedaran los goles de Ronaldo o Rivaldo,
las tapadas del alemán Kahn o el destape de los llamados
"equipos chicos". También quedarán en la
memoria los recursos invertidos y la impresionante infraestructura
deportiva, que dejaron la vara muy alta para la próxima cita
mundialista de los alemanes.
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