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Hoy
nadie discute que si Argentina es el país más inestable
de América Latina, se debe en gran medida al incorrecto manejo
que desde la era de Carlos Menem han hecho los gobiernos trasandinos
de las políticas económicas.
El problema
está en que el hundimiento de este gigante ya está
arrastrando a sus socios comerciales más débiles,
como Uruguay y Paraguay, y si se suma Brasil, ya sea por sus problemas
internos o por el contagio argentino, América Latina va directo
a una debacle financiera de proporciones.
Desafortunadamente
para la región, la liquidez del Fondo Monetario Internacional
(FMI) es limitada, por lo que no le alcanzan los recursos para atender
varias crisis simultáneas. La solución más
barata para el organismo ha sido imponerle a países como
Argentina y Uruguay la flotación cambiaria limpia. Es decir,
dejar que el tipo de cambio fluctúe en el mercado sin que
la banca central venda reservas para defender la moneda local cuando
los especuladores la atacan.
Pero el panorama
regional puede empeorar aún mucho más si Brasil, la
principal economía sudamericana -y también la más
endeudada- se suma a la crisis, ya sea por contagio directo de Argentina
o por la inestabilidad económica que pueda acarrear la elección
del izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva como presidente.
En tal caso ni siquiera la economía chilena estaría
a salvo.
Una autoridad
con la cual negociar...
Si hay algo
que siempre ha caracterizado al pueblo argentino es su defensa a
muerte de lo poco que resta del alto estándar de vida que
alguna vez tuvieron. Hoy es justamente esa tradición de lucha
social uno de los problemas más graves que debe afrontar
el Presidente trasandino, Eduardo Duhalde, pues existe plena conciencia
entre la ciudadanía de que si su administración accede
a cumplir las condiciones del FMI, los índices de pobreza
se dispararán, aumentando explosivamente el 36% de argentinos
que hoy se encuentra bajo la línea de la pobreza.
Como los argentinos
ya han demostrado durante toda esta crisis político-financiera
que no permitirán que se les "pase la aplanadora",
el gobierno de turno debe tener mucho cuidado de que sus políticas
no gatillen explosiones sociales que echen por tierra los escuálidos
logros que ha conseguido el actual equipo económico, pues
nadie querrá negociar con un gobierno que puede caer en cualquier
momento.
Duhalde...
si querés jugamos, pero con mis reglas...
Según
un editorial del prestigioso diario Página/12, una vez que
Duhalde convenza al FMI de que su gobierno es suficientemente estable
para llevar las riendas de la nación, su camino se hará
más fácil, pues podría conseguir cierta flexibilidad
de parte del principal organismo financiero mundial, en cuanto al
cumplimiento de los requisitos que le exige para sentarse a negociar
con Argentina.
Por el momento
la principal herramienta de presión que tienen los organismos
económicos internacionales es un conjunto de líneas
de créditos, que sumadas alcanzan quince mil millones de
dólares, a los que los argentinos no pueden acceder mientras
no cumplan con las exigencias del FMI.
Lo que probaría la tesis de Hugo Fazio, director del Centro
de Estudios Nacionales para el Desarrollo Alternativo (Cenda), en
el sentido que el FMI, más que un colegislador, "es
derechamente un legislador, que está creando las condiciones
para la adecuación de la institucionalidad argentina a un
modelo globalizador, que por cierto fue el mismo que la hundió
en esta crisis"
Uno de los primeros
requisitos que deberá cumplir Argentina es la reducción
del gasto fiscal, pues los enormes desembolsos en que incurren las
provincias y que han provocado gigantescos deficits por décadas,
ya no pueden ser financiados a través de créditos
externos.
Con el fin de
evitar el desbalance entre los gastos del estado argentino y lo
que recauda, el FMI está presionando para que Duhalde lleve
adelante las reformas institucionales que terminen con buena parte
de la autonomía financiera de los gobiernos provinciales,
y permita un mayor control de Buenos Aires sobre las políticas
económicas que implementen los gobernadores.
En la práctica,
Duhalde deberá arreglárselas para convencer al director
ejecutivo del FMI, Horst Kölher, que tendrá la capacidad
de ejecutar un brutal ajuste en el gasto fiscal que le permita alcanzar
la meta de déficit de dos mil 949 millones de dólares.
Otra de las
exigencias que debe cumplir la Casa Rosada es la renegociación
de parte de su deuda, 180 mil millones de dólares, lo que
eliminará toda sospecha sobre un posible cese de los pagos
de los compromisos externos, o "default". Según
el número dos de la economía argentina, Jorge Todesca,
una vez cumplida esta exigencia y pagadas las facturas que vencen
a fines de julio, el FMI destrabará en forma automática
los primeros nueve mil millones de dólares que darán
un respiro al gigante triguero.
Pero además
de las exigencias que apuntan a la adecuación de la institucionalidad
al modelo económico neoliberal, la actual administración
deberá resolver dos problemas en lo inmediato:
Primero, crear
las condiciones que permitan y faciliten el "redimensionamiento"
del sector financiero, como ha sido apodado el proceso de ajuste
y concentración de los bancos, los que seguramente acarrearán
miles de despidos.
Y segundo, Duhalde
y su equipo económico deberán frenar el permanente
deterioro de las divisas por el "goteo" del corralito.
La fuga, según cálculos y proyecciones oficiales,
alcanzarían a 700 millones de dólares por mes.
Los críticos del FMI
Mientras Sudamérica
avanza firmemente hacia un punto sin retorno de esta crisis, voces
de alerta se alzan por todos lados reclamando por la lentitud y
las continuas trabas que ha impuesto el FMI para entregar la ayuda
de emergencia a Argentina. César Gaviria, Secretario General
de Organización de Estados Americanos (OEA), ha señalado
en varias ocasiones que "en Washington no hay una actitud constructiva
sobre el caso argentino, pues se ha creado una actitud antiinversionista",
lo que perjudica a toda la región y que podría desencadenar
"un grave contagio financiero, que podría llegar a afectar
incluso la inserción de América Latina en la economía
mundial.
La posición
de Gaviria es compartida por José Antonio Ocampo, secretario
ejecutivo de la Comisión Económica para América
Latina y el Caribe (CEPAL), quien rechaza de plano la idea de que
es posible contener el contagio a todo el continente, como afirman
el gobierno de los Estados Unidos y los organismos financieros.
Y pide que se negocie "ya" una asistencia financiera para
ese país. "La idea de que es posible contener el contagio
argentino está haciendo agua por todas partes. El contagio
avanza desde Argentina a Uruguay, Paraguay y Bolivia. Incluso la
situación brasileña o la chilena no son independientes
de la argentina".
Pero las críticas
al FMI van más allá, pues economistas como Fazio opinan
que las señales que le da el organismo internacional a Duhalde
son erradas. "La única solución de Argentina
está en producir una política que busque activar la
economía, o sea lo contrario a lo que le está exigiendo
el FMI, que son políticas contractivas", con las cuales,
lo único que se conseguirá, en opinión de Fazio,
es que los pocos inversionistas que quedan en el país se
vayan en busca de mercados más estables.
Pero Fazio es
parte de un grupo de economistas que opina que el FMI, junto con
ayudar a Buenos Aires a salir de la crisis, quiere mandar una señal
ejemplificadora al resto del mundo subdesarrollado, en el sentido
que no deben contar incondicionalmente con el apoyo de este organismo
financiero.
Además,
Fazio señala que a través del FMI se proyecta en gran
medida la posición de Washington frente a Latinoamérica,
lo que se explica porque los norteamericanos aportan el 20% de los
recursos de que dispone el organismo, por lo que la opinión
del gobierno republicano de George Bush es predominante a la hora
de tomar las decisiones.
Ocampo ha manifestado
en reiteradas ocasiones: "cada vez que Argentina cumple las
condiciones que se le exigen, parecen establecerse nuevos requisitos".
En todo caso
hay un punto en que están de acuerdo todos los entendidos,
y es que tanto George W. Bush como su Secretario del Tesoro, Paul
O´Neil, deberán intervenir en la crisis quiéranlo
o no, en el momento en que las transnacionales norteamericanas los
comiencen a presionar para revertir la contracción del mercado
sudamericano, pues sus bajas en las ventas acarrearán necesariamente
despidos en Estados Unidos.
Enlaces relacionados:
http://www.clarin.com
http://www.pagina12.com.ar
http://www.imf.org
http://www.worldbank.org
http://www.eclac.org
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