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Si tú
has notado que de un tiempo a esta parte tus amigos pagan las fotocopias
con cheques, cancelan sus gastos de un "carrete'' con Redcompra,
reciben muy a menudo llamadas de su ejecutivo bancario, te dicen
que les deposites las "lucas'' que les debes en cuenta corriente
y los ves con mucha propiedad sacando su tarjeta Mastercard para
pagar sus zapatillas, no te precocupes: ellos no andan en malos
pasos.
Es la llamada "bancarización" de los jóvenes,
que desde hace un par de años ha generado la apertura masiva
de cuentas corrientes en un segmento - preferentemente universitario-
que cursa sus últimos años de enseñanza superior.
Las ofertas,
que incluyen todos los productos de una cuenta tradicional, pueden
hacer que los aparentes escasos recursos de un estudiante se multipliquen
y les permitan "lujos" antes impensados. Incluso, como
está contemplado en algunos bancos, tener la posibilidad
de darle una tarjeta adicional a algún hermano menor que
todavía está en el colegio.
Obtenerlas es relativamente fácil, pues los ejecutivos de
los bancos se instalan en los patios de las universidades a ofrecerlas
sin más costo que llenar el formulario.
Una alumna de
la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile, que prefirió
no revelar su identidad, relató a The Moroso la freak experiencia
de adquirir una cuenta corriente en un prestigioso banco del país
(¡Ser cliente! ¡No tener que hacer la cola larga en
la entidades financieras para hacer un trámite! ¡Estar
entre los privilegiados! ¡Ser, a lo menos en apariencia, un
individuo adinerado!): "La verdad es que no estaba entre mis
proyectos. Yo me acerqué a las ejecutivas, que estaban en
el patio de la escuela, sólo para preguntarles en qué
consistía todo. Ellas sólo me sacaron una foto y me
hicieron firmar como cuatro papelitos y hasta se consiguieron con
la Olguita el certificado de alumna regular'', señaló
la joven.
Pero ¡ojo!
estas cuentas corrientes no son para todos los estudiantes, pues
se privilegia a las universidades más caras y a las carreras
que tienen mejores perspectivas de una alta remuneración
en el futuro, como ingeniería, derecho o medicina. Sin embargo,
y aunque parezca extraño, en esa regla también hay
excepciones. Los bancos también se han acercado a los estudiantes
que, profesionalmente hablando, tienen un futuro bastante incierto
(como, por ejemplo, los que siguen la carrera de Periodismo).
Pero, grosso
modo, los estudiantes de tercer año hacia arriba tienen la
opción de poseer estas cuentas bancarias en la universidad.
"Gracias a ellas pude comprar los pasajes para un intercambio
estudiantil en Australia, cosa que ahorrando debajo del colchón
no hubiera pasado hasta después de muchos años de
titularme'', dice José Ignacio Vega, estudiante cuarto año
de Administración Pública. Y es que este joven de
24 años, y al igual que muchos de sus pares, ya realiza transacciones
financieras como el más experimentado ejecutivo adulto.
Como
José Ignacio son miles los universitarios que se han beneficiado
de un temprano ingreso al sistema bancario, ya sea mediante cuentas
vista, de ahorro o corrientes, situación impensada hasta
hace menos de una década para sus padres, quienes debían
conformarse con la popular y escueta mesada. Esto, consecuencia
de un sistema financiero que hace tiempo se dio cuenta de la tremenda
importancia de este segmento - futuros egresados de las universidades
y profesionales noveles- para la consolidación de la banca
de personas, sobre todo a largo plazo.
Una agresiva
estrategia comercial puesta en marcha hace unos cinco años,
con ejecutivos de cuentas prácticamente invadiendo las universidades
capitalinas y buscando clientes que en el futuro garantizaran un
buen flujo financiero. De esta manera se hizo común ver stands
con personal de estas instituciones en los patios de las casas de
estudios ofreciendo cuentas corrientes.
El requisito
para optar - impuesto por la mayoría de los bancos- es cursar
los últimos años de carreras que en el futuro pueden
ser mejor remuneradas. Incluso en algunas instituciones pueden tener
cuentas egresados o titulados sin trabajo incluso un año
después de su salida de las aulas y hasta los 30 años
de edad.
"Me dijeron
que tenía que mandar unos papeles por fax, que mi papá
tenía no sé qué cuenta impaga y que eso había
que resolverlo. Por eso me desistí de tener cuenta corriente'',
relata a The Moroso María Soledad Ramírez, estudiante
de la Universidad Católica. Pero, para su sorpresa, sin tener
que enviar ningún documento a la entidad financiera, de igual
forma llegó todo un set de productos a su domicilio. "Yo
no lo podía creer: venían como tres tarjetas, un lápiz
y hasta una chequera de cuero de regalo'', dice riéndose
a carcajadas.
Pero, ¿Qué
ganan los bancos?. Según una analista bancaria, Marcia Uribe,
los bancos no tienen mucho que perder, pero tampoco mucho que ganar:
su estrategia está enfocada en buscar rentabilidad en el
mediano y largo plazo, puntualiza.
Y es que, según
señala, está comprobado que el cliente bancario chileno
es muy fiel a su institución, entre otras cosas porque las
ofertas son similares en cada banco. Así, si en términos
prácticos se capta a un joven es muy probable que cuando
sea un profesional consolidado se mantenga en su banco.
La banca para
jóvenes trabaja por plan o por apertura de cuenta. La diferencia
es que cuando se contrata el plan viene con los cuatro productos
básicos que tiene un cliente regular -chequeras, línea
de crédito, acceso a tarjetas de crédito y de cajero
automático- y un costo estándar que se paga en forma
anual, el que casi nunca supera las tres unidades de fomento.
Según
advierte una investigación de mercado, realizada a través
de la plataforma comercial de los bancos, en el caso de la apertura
de una cuenta se cobra en forma independiente cada producto.
El estudio indica
que a pesar de que se hacen rebajas en algunos instrumentos, en
algunas no se cobra manutención hasta los treinta años
y las líneas de crédito y tarjetas no tienen costos
durante el primer año.
Sin embargo, lo que sí es claro es que nadie se salva de
pagar la tarjeta Redbank para la red de cajeros automáticos.
Esto porque no es un producto del banco y el costo es cobrado por
Transbank.
Adicionalmente
estas cuentas permiten tener acceso a banca telefónica y
banca internet, lo que permite tener un control total las 24 horas
de la respectiva cuenta y el funcionamiento de los productos.
La única
limitante es el dinero que tienen la línea de crédito
de estas cuentas, el cual en promedio alcanza los 300 mil pesos,
dinero que asegura que el nivel de pérdida de los bancos
no sea alto en caso de morosidades o sobregiro.
La responsabilidad
ante una eventual deuda de jóvenes en sus cuentas corrientes
no está reglamentada en la ley. Si un estudiante no tiene
con qué responder y el banco no pidió ninguna garantía
al firmar el contrato -como así pasa- legalmente no tiene
a quién reclamar, más que emprender acciones legales
contra el deudor entre las que destaca su traspaso a Dicom.
Sin embargo,
es común que los padres deban pagar estas cuentas que muchas
veces exceden el monto de la línea de crédito. Aún
así, en el Sernac (Servicio Nacional del Consumidor) señalan
que esta situación no es obligatoria si es que los padres
nunca firmaron una letra o si no fueron eventuales avales. A pesar
de esto el organismo advierte que el acreedor puede incautar los
bienes del lugar donde el alumno declaró residencia, incluso
si es en una pensión.
Y, claro, no
todo es color de rosa. Muchos estudiantes universitarios, embobados
por la posibilidad de contar con la facilidades de una cuenta corriente,
no escatiman en gastos
y se "encalillan". Es el caso
de Susana Campillo, que acaba de terminar la carrera de Psicología,
y que actualmente no consigue ni trabajo ni el dinero para pagar
todas sus deudas.
"Yo estoy
hasta el cuello. La verdad es que la oferta de los bancos no es
recomendable para alguien que no perciba ingresos. Y, además,
alguien que no tenga la capacidad para administrar dinero",
se quejó.
Y es que Susana,
como seguramente también le ha ocurrido a otros jóvenes,
también tenía las esperanzas de encontrar un trabajo
al salir de la Universidad. Sin embargo, se encontró con
un sobrepoblado mercado laboral que le hizo imposible estabilizarse
económicamente y hacerse cargo de sus deudas.
A los bancos
parecen no interesarles las alarmantes cifras de cesantes de cuello
y corbata. Según estimaciones oficiales, dadas a conocer
por el Ministerio de Educación, un 11,5% de los universitarios
están actualmente desempleados y un 35% de los profesionales
titulados no trabajan en las áreas que estudiaron.
Pero no a todos
le fue tan mal en sus primeros pasos financieros. Catalina Morales,
de 22 años, que está a punto de egresar de la carrera
de Geografía, señala que hasta ahora ha podido administrar
muy bien su cuanta corriente. "Tuve la suerte de empezar a
trabajar en quinto año y, gracias a Dios, me pagan muy bien.
Gasto por adelantado, lo reconozco, y uso mi línea de crédito,
pero la verdad es que pronto cancelo mis deudas
aunque me duela''.
¿Qué tal?
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