MICROEMPRESA
Por amor al arte
El recorrido del futuro empresario
...los de tinta para impresoras
Los cartuchos se pueden vender
En Chile, el negocio de comprar cartridges se remonta a principios de la década del ´90, cuando la masificación de las máquinas impresoras arrastró el problema de los desechos propios de su utilización.
Enfrentada con esta nueva oportunidad comercial, Amelia Marroquí no lo pensó dos veces y comenzó a trabajar entre los tonners vacíos.

por Fabiola Oropesa e Iván Carvajal

Dejó la pobreza de su Perú natal y llegó a Chile. Durante años trabajó de secretaria y en alguno que otro empleo administrativo. Fue en un domingo que tomó El Mercurio, en busca de avisos de trabajo, y en medio de estos descubrió uno que le llamó la atención: "Compro cartuchos de tinta vacíos".

Y es que aunque no es asunto conocido por cualquiera, los cartridges para impresoras pueden comercializarse una vez desocupados. Sin darse cuenta, Amelia pasó de vender los cartuchos que tenía en su casa a ser una microempresaria compradora de dichos consumibles.

A través del teléfono y de enormes caminatas visitando distintas empresas, consolidó en menos de un año una cartera de clientes. Actualmente se maneja con 25 instituciones que son las más convenientes. También negocia con organizaciones de beneficencia que recolectan los cartridges donados por grandes compañías.

Amelia Marroquí vende su mercancía a la exportadora Laser Precision Chile Ltda.., que tiene una década de experiencia en el negocio, y reúne ganancias de alrededor de 400 mil pesos, pagando por dichos productos desde 800 hasta tres mil 100 pesos, según el modelo de la impresora.

Pero tampoco se trata de un trabajo fácil, los cartuchos vacíos son exhaustivamente revisados, clasificados y embalados con un sistema de burbujas para que no se dañen.

Además de ello, la competencia se ha intensificado en los últimos años. Algunas empresas se abocan a la compra de tonners para recargarlos. Los precios que estas compañías piden son mucho menores que los que solicitan quienes exportan.

Por eso, Amelia ha decidido buscar nuevos mercados hacia provincias donde el negocio está virgen. Aún más, su hermana Patricia comenzó con la compra de cartuchos en Perú. Hace dos meses que vino y se instruyó de todo lo necesario para montar su compañía en el país vecino, donde aún esta área no ha sido explorada.

En algunos casos no son vendedores como Amelia los que realizan la reconversión. También lo hacen empresas de compraventas, quienes reciben estos consumibles y los revenden a los grandes fabricantes de máquinas impresoras a nivel mundial, como Hewlett Packard (HP) o Canon. La transacción permite que estas reutilicen los envases de las tintas y mejoren el medio ambiente.

Luis Cisternas, jefe de local de Cartridge Store, indica que los productos que ellos reciben "son revendidos a un particular, quien los exporta o los reutiliza". Cuando son enviados al exterior, básicamente el destino es EE.UU., mientras que si permanecen en territorio chileno el envase es reciclado.

De allí que existan en el mercado de las tintas de impresora "alternativas a las originales", como las llama Cisternas. Esta opción puede rebajar hasta en un 50 por ciento el precio "del ahora producto nacional".

Mientras una tinta HPC6615 original cuesta entre 18 y 22 mil pesos, la versión remanufacturada se vende hasta por 10 mil. En Swissprint, compradores de cartuchos, pagan mil 500 pesos a los usuarios de este modelo.

Con dos meses de experiencia en el negocio, Cisternas fue reticente a aventurar la rentabilidad del mismo. Estimó para The Moroso que son "unas 50 personas entran diariamente al local, ya sea para vender o comprar".

Resulta difícil no hacer la comparación de estos "recolectores modernos" con los casi extintos compradores de cartón, bronce u otro material apetecido por grandes empresas. Sobre todo en el valor de la compraventa.

Mientras los cartoneros escarban en la basura para encontrar lo que será su ingreso, los del bronce pagan entre 300 y 500 pesos por kilo. Fuera de todo marco los "cartucheros" agregan más ceros a su oferta por los productos.

La pregunta que cabe hacerse es: ¿cuál es el margen de ganancia que ellos reciben al venderlos?. Como Cisternas no quiso revelar la cifra, The Moroso encontró la forma de hacer la estimación.

La Corporación de Amigos del Hospital Roberto del Río (COAR) realiza una campaña de financiamiento para el recinto. Reciben donaciones de cartuchos para ser vendidos a un tercero como Amelia.

The Moroso preguntó a la encargada de este programa de la COAR, Marisel Zúñiga, cuánto dinero recibían en promedio durante un mes. "Entre un millón y medio y dos millones", admitió Zúñiga.


Un suspiro entrecortado

En cuanto al impacto ambiental, este sistema permite un suspiro -no se puede pedir más- a la madre naturaleza. El plástico de los cartuchos desechados contamina hasta por 500 años el planeta.

Pero a no engañarse, el reciclaje de los tonners surgió en el decenio de los 60 como una forma de rebajar los costos de producción de aquellas empresas estadounidenses que tenían elevados costos.

Según datos de la recicladora española RGV, se han ideado desde su invención hasta hoy unos 40 mil modelos diferentes de impresoras. Sólo en 1995 se produjeron en Europa, 62,3 millones de cartuchos láser de los cuales el 41 por ciento fue regenerado.

En Chile, el reciclaje comenzó a masificarse gracias a un plan de la compañía ECOBAS. Fue en 1992 que esta firma comenzó a incentivar a los residentes de La Reina a separar la basura en residuos orgánicos, papel, vidrio y plástico.

Los primeros compradores de cartuchos aparecieron este mismo año. Laser Precision Chile Limitada es la más antigua en el rubro.

Sitios Relacionados:

www.euskalnet.net/rgv

Fotos: Compuserve