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Dejó
la pobreza de su Perú natal y llegó a Chile. Durante
años trabajó de secretaria y en alguno que otro empleo
administrativo. Fue en un domingo que tomó El Mercurio, en
busca de avisos de trabajo, y en medio de estos descubrió
uno que le llamó la atención: "Compro cartuchos
de tinta vacíos".
Y es que aunque
no es asunto conocido por cualquiera, los cartridges para impresoras
pueden comercializarse una vez desocupados. Sin darse cuenta, Amelia
pasó de vender los cartuchos que tenía en su casa
a ser una microempresaria compradora de dichos consumibles.
A través
del teléfono y de enormes caminatas visitando distintas empresas,
consolidó en menos de un año una cartera de clientes.
Actualmente se maneja con 25 instituciones que son las más
convenientes. También negocia con organizaciones de beneficencia
que recolectan los cartridges donados por grandes compañías.
Amelia Marroquí
vende su mercancía a la exportadora Laser Precision Chile
Ltda.., que tiene una década de experiencia en el negocio,
y reúne ganancias de alrededor de 400 mil pesos, pagando
por dichos productos desde 800 hasta tres mil 100 pesos, según
el modelo de la impresora.
Pero tampoco
se trata de un trabajo fácil, los cartuchos vacíos
son exhaustivamente revisados, clasificados y embalados con un sistema
de burbujas para que no se dañen.
Además
de ello, la competencia se ha intensificado en los últimos
años. Algunas empresas se abocan a la compra de tonners para
recargarlos. Los precios que estas compañías piden
son mucho menores que los que solicitan quienes exportan.
Por eso, Amelia
ha decidido buscar nuevos mercados hacia provincias donde el negocio
está virgen. Aún más, su hermana Patricia comenzó
con la compra de cartuchos en Perú. Hace dos meses que vino
y se instruyó de todo lo necesario para montar su compañía
en el país vecino, donde aún esta área no ha
sido explorada.
En algunos casos
no son vendedores como Amelia los que realizan la reconversión.
También lo hacen empresas de compraventas, quienes reciben
estos consumibles y los revenden a los grandes fabricantes de máquinas
impresoras a nivel mundial, como Hewlett Packard (HP) o Canon. La
transacción permite que estas reutilicen los envases de las
tintas y mejoren el medio ambiente.
Luis Cisternas,
jefe de local de Cartridge Store, indica que los productos que ellos
reciben "son revendidos a un particular, quien los exporta
o los reutiliza". Cuando son enviados al exterior, básicamente
el destino es EE.UU., mientras que si permanecen en territorio chileno
el envase es reciclado.
De allí
que existan en el mercado de las tintas de impresora "alternativas
a las originales", como las llama Cisternas. Esta opción
puede rebajar hasta en un 50 por ciento el precio "del ahora
producto nacional".
Mientras
una tinta HPC6615 original cuesta entre 18 y 22 mil pesos, la versión
remanufacturada se vende hasta por 10 mil. En Swissprint, compradores
de cartuchos, pagan mil 500 pesos a los usuarios de este modelo.
Con dos meses
de experiencia en el negocio, Cisternas fue reticente a aventurar
la rentabilidad del mismo. Estimó para The Moroso que son
"unas 50 personas entran diariamente al local, ya sea para
vender o comprar".
Resulta difícil
no hacer la comparación de estos "recolectores modernos"
con los casi extintos compradores de cartón, bronce u otro
material apetecido por grandes empresas. Sobre todo en el valor
de la compraventa.
Mientras los
cartoneros escarban en la basura para encontrar lo que será
su ingreso, los del bronce pagan entre 300 y 500 pesos por kilo.
Fuera de todo marco los "cartucheros" agregan más
ceros a su oferta por los productos.
La pregunta
que cabe hacerse es: ¿cuál es el margen de ganancia
que ellos reciben al venderlos?. Como Cisternas no quiso revelar
la cifra, The Moroso encontró la forma de hacer la estimación.
La Corporación
de Amigos del Hospital Roberto del Río (COAR) realiza una
campaña de financiamiento para el recinto. Reciben donaciones
de cartuchos para ser vendidos a un tercero como Amelia.
The Moroso preguntó
a la encargada de este programa de la COAR, Marisel Zúñiga,
cuánto dinero recibían en promedio durante un mes.
"Entre un millón y medio y dos millones", admitió
Zúñiga.
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Un
suspiro entrecortado
En
cuanto al impacto ambiental, este sistema permite un suspiro
-no se puede pedir más- a la madre naturaleza. El
plástico de los cartuchos desechados contamina hasta
por 500 años el planeta.
Pero
a no engañarse, el reciclaje de los tonners surgió
en el decenio de los 60 como una forma de rebajar los costos
de producción de aquellas empresas estadounidenses
que tenían elevados costos.
Según datos de la recicladora española RGV,
se han ideado desde su invención hasta hoy unos 40
mil modelos diferentes de impresoras. Sólo en 1995
se produjeron en Europa, 62,3 millones de cartuchos láser
de los cuales el 41 por ciento fue regenerado.
En
Chile, el reciclaje comenzó a masificarse gracias
a un plan de la compañía ECOBAS. Fue en 1992
que esta firma comenzó a incentivar a los residentes
de La Reina a separar la basura en residuos orgánicos,
papel, vidrio y plástico.
Los
primeros compradores de cartuchos aparecieron este mismo
año. Laser Precision Chile Limitada es la más
antigua en el rubro.
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Sitios Relacionados:
www.euskalnet.net/rgv
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