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En
septiembre cumple diez años. Ha realizado cuatro concursos
de bandas jóvenes de rock, con singular éxito. Tiene
cinco áreas permanentes, y unos veinte talleres. Decenas
de reputados artistas han hecho clases en sus añosos salones.
Veinte mil jóvenes han aprendido algo de la vida en su vetusto
edificio. Cifras. Pero en Balmaceda 1215 no sólo hay números.
También hay historias.
A José
Mateluna le cambió la vida su paso por la Corporación.
A punto de egresar de cuarto medio del Instituto Nacional en 1997,
su futuro se veía particularmente confuso. Sus preferencias
académicas deambulaban entre carreras tan dispares como Arquitectura,
Psicología y Veterinaria. Al final entró a estudiar
Diseño a la Universidad Tecnológica Metropolitana
(UTEM), pero desertó al año.
Se tomó
un período sabático, para repensar su porvenir, y
entró a Balmaceda 1215 a aprovechar su tiempo. Eligió
el taller fotográfico: "Ahí fue el clic, definitivamente.
El que ahora estudie Fotografía en el (Instituto) Arcos se
lo debo, absolutamente, a Balmaceda, y al profesor Jorge Aceituno,
en especial".
Como a todos,
a Mateluna siempre le gustó tomar fotos, pero nunca pensó
que esto podría transformarse en su pasión. Hoy hace
la práctica en Chile.com, tiene a su cargo unas ayudantías
en su Instituto y baraja varios proyectos de trabajo.
En cierto modo,
este caso refleja el objetivo que se fijaron los encargados de Balmaceda
1215 el día en que pusieron a funcionar esta iniciativa.
La principal meta era ofrecer talleres a jóvenes en riesgo
social de entre catorce y 21 años, de clase media y media
baja, con el fin de acercarlos al arte y permitirles demostrar habilidades
creativas. Y todo, por una inscripción de 800 pesos, que
sirve para hacer la "caja chica".
Para Sebastián
Beckmann, encargado de prensa de la Corporación, estos objetivos
se han logrado totalmente. Prueba de ello no son sólo los
más de 20 mil jóvenes atendidos en estos diez años,
sino también el que hoy cuentan con cinco áreas (plástica,
música, danza, teatro y literatura), que entregan unos 20
talleres trimestrales, con los que llegan a unos tres mil jóvenes
anualmente.
Si entre esos
tres mil aparece algún chico especialmente dotado para las
artes, que desee estudiar una carrera ligada a ellas y no tenga
recursos, Balmaceda tiene la solución: la Beca de Estudios
Superiores Artísticos, que dispone de un fondo de 13 millones
de pesos otorgados por la Fundación Andes.
En este tiempo,
gracias a una adecuada gestión de los fondos otorgados por
el Ministerio de Educación y a que en 1996 se convirtió
en una corporación de derecho privado -lo cual le permitió
acceder a auspicios-, Balmaceda cuenta con un moderno estudio de
grabación musical, un centro de extensión en la Quinta
Normal y varias compañías artísticas, además
de dos sucursales, en Lota y Valparaíso. Pero claro, no todo
es tan fácil.
Lamentablemente,
el público objetivo de este centro cultural no es el que
entusiasmaría a un empresario: jóvenes, de escasos
recursos, medio artistoides
Todo lo que un publicista odiaría.
No sobra,
pero alcanza
En septiembre
del año 2001, la derecha, personificada en el senador de
la Unión Demócrata Independiente (UDI), Jovino Novoa,
fustigó al gobierno para que evitara los gastos superfluos
en tiempos de crisis, incluyendo entre esas "vacuidades"
a la ciencia y la cultura.
Este tipo de
declaraciones no es un aporte a causas como la de Balmaceda, que
deben lidiar con la indiferencia de las empresas ante iniciativas
que no son muy rentables.
Su producto
de mayor resonancia es el "Festival de Bandas Jóvenes".
Este año participaron 250 grupos musicales, que aspiraban
al premio mayor de una batería completa y a la grabación
de un CD de edición limitada. Para el espectáculo
final invitaron a Papa Negro y Chancho en Piedra, dos bandas con
arrastre masivo. Sin embargo, la realización de uno de los
chiches de Balmaceda estuvo en entredicho hasta el final:
"La
verdad es que cuesta mucho que la empresa privada se ponga con dineros
frescos, y no ha sido nada de fácil conseguir auspiciadores
para el festival de bandas jóvenes", explica Beckmann
a The Moroso. Muchos de los que finalmente accedieron a ayudar lo
hicieron mediante canjes: "Por ejemplo, Correos de Chile se
pone mandando las invitaciones y El Mercurio con difusión
y algunos avisos", agrega Beckmann.
Nuestro interlocutor
es más explícito aún: "No te podría
decir que contamos con el apoyo irrestricto de la empresa privada,
porque no lo tenemos". Eso queda más claro en el detalle
del financiamiento del año 2001: más del 70% de los
ingresos vienen de organismos estatales, como la Intendencia de
la V región -para la sede de Valparaíso-, la CORFO
o el Ministerio de Educación, que pone la mayor cantidad
del dinero.
Beckmann no
tienen piedad con el lector, y desmenuza las carencias de la Corporación
sin asco: "Nosotros estamos bien apretados de plata, ésa
es la verdad, porque quisiéramos hacer muchas cosas, pero
no podemos. Bastantes proyectos han quedado truncos por falta de
fondos".
Incluso los
profesores, entre los que se han contado el actor Luis Dubó
y el fotógrafo Jorge Aceituno, entre muchos otros, deben
poner de su propio bolsillo para cubrir las carencias del centro
cultural.
Mateluna cuenta,
por ejemplo, cómo Aceituno prestaba su laboratorio para realizar
trabajos que quedaban a medio terminar en Balmaceda. Si bien reconoce
que los problemas se han ido solucionando, asegura que cuando él
estudió allí no había ampliadoras, que son
indispensables para la finalización del trabajo de revelado
de una foto.
Y es que muchas
veces estos profesores realizan sus clases en Balmaceda con un claro
fin social. Beckmann afirma que "a algunos escritores jóvenes,
como la Alejandra Costamagna, que no tiene necesidades económicas,
les encanta hacer clases acá, porque hay una cuestión
de retribución espiritual".
Tanto Costamagna
como Aceituno son además profesores de la Escuela de periodismo
de la Universidad de Chile.
El sueldo de
los profesores bordea los 100 mil pesos. Está claro que nadie
se hará millonario con esta causa. Este punto también
lo rescata Rodolfo Plaza, estudiante de Pedagogía en Castellano
en la Universidad Cardenal Silva Henríquez quien asistió
a los talleres de poesía el año pasado.
"Los profes
van para sentir la retroalimentación de los alumnos. Y como
las instalaciones son cómodas y el ambiente grato, es posible
hacer buenas cosas allí". El que los chicos puedan compartir
con personajes fogueados es también un punto a favor para
Plaza. "Los tipos que hacen clases saben, y se nota. Están
capacitados y te hablan de tú a tú. Eso facilita la
enseñanza y hace mucho más personalizada la educación".
A pesar de las
múltiples pellejerías vividas a diario en Balmaceda
1215, las sedes regionales, autónomas económicamente,
han logrado posicionarse tanto como su casa matriz capitalina, donde
actualmente se preparan para celebrar su décimo aniversario
como corresponde.
Para esa fecha,
que se festejará en septiembre, esperan contar con la presencia
del Presidente Ricardo Lagos, que serviría como señal
y espaldarazo ante la empresa privada. Hasta que eso ocurra, Balmaceda
1215 seguirá funcionando a punta de trueques, canjes y el
mayoritario aporte estatal. Y sus proyectos truncos acumularán
más y más polvo en los viejos estantes de sus oficinas.
Hasta nuevo aviso.
Sitios relacionados:
http://www.balmaceda1215.cl
http://www.mineduc.cl
http://www.fundandes.cl
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