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Productividad laboral en Chile:

¿Más tiempo o más calidad? La eterna discusión

El rechazo al proyecto de ley que apuntaba a declarar feriado sólo por este año el día 20 de septiembre, viene a confirmar la tendencia "trabajólica" que Chile busca imponer para llegar a ser una economía desarrollada. Pero ¿a qué precio?, fue la pregunta que se hizo The Moroso y que ahora responde.

por Rocío Montes y Carmina Rodríguez

Daniela Espinoza (25) trabaja como vendedora en una tienda de ropa femenina de un conocido centro comercial de Santiago. Su jornada laboral se extiende desde las 11 de la mañana a las 9 de la noche, aunque debe quedarse casi todos los días una hora extra para sacar cuentas y preparar el local para el día siguiente. Como vive en Puente Alto, viaja una hora y media todos los días para llegar al mall. Daniela debe movilizarse en micro.

"Al llegar a la casa, llego muerta", contó la joven a The Moroso. "Lo primero que hago es sacarme los zapatos, porque como estoy parada todo el día los pies se me hinchan mucho. Después veo algo de televisión y me duermo". Daniela trabaja también un día del fin de semana, así como también la mayoría de los feriados. "En mi día libre, que es el domingo, ya no tengo ganas de hacer nada, mi vida familiar queda reducida a cero. No pololeo hace años y a mis papás y a mis hermanos casi no los veo", dijo resignada.

Cara a cara

Tanto los empresarios como los trabajadores coinciden en que en Chile hay poca productividad, realidad que choca con las largas jornadas laborales. Sin embargo, no seamos tan optimistas. Cada sector tiene su postura frente al tema...

No tiene contrato ni previsión social y no se le pagan horas extraordinarias. "Me da miedo retirarme, no sé que haría… está tan difícil encontrar buena pega por estos días", reflexionó angustiada, tal como muchos chilenos que deben conformarse con un empleo poco digno.

Jorge Marambio (36), en cambio, no se lamentó de tener excesiva carga laboral. Más bien, se quejó de perder su tiempo. Oficinista de una empresa pública relacionada con la minería, confesó a The Moroso que su trabajo no es fuente de mayor estrés. "Muchas veces el jefe me asigna una tarea que no da para más de tres horas al día". ¿Y, entonces, qué hace el resto del tiempo?. "Veo cosas en el computador… juego solitario, tomo café, converso con colegas".

Jorge, eso sí, alegó que hay poco respeto de los horarios por parte de sus jefes. "La mayoría del tiempo las reuniones son para después de las 7 de la tarde, cuando uno ya no quiere más". El hombre, padre de un niño de seis años y separado de hecho con su mujer, dijo que en esas reuniones "no es mucho lo que se hace. No se toman decisiones ni nada, pero hay que estar presente, disponible" . Se pierde el tiempo todo el día, contó el oficinista, pero de todas formas los empleados tienen que quedarse hasta muy tarde en su lugar de trabajo.

Cansados de que se les explote con largas jornadas laborales y choreados de perder el tiempo en las oficinas... una realidad innegable. En ese contexto... ¿es tan molesto un día sándwich?. Para algunos, evidentemente, sí.

El Molesto Sándwich

Pese a que reconoce que los trabajadores chilenos pasan mucho tiempo en sus puestos de trabajo, Pedro Lizana, empresario y ex presidente de la Sofofa, aseguró que la productividad en el país es muy baja debido a que los empleados no se concentran en ocupar de mejor manera su tiempo. "Son buenos para sacar la vuelta", sostuvo. El empresario dijo que una cosa es trabajar y otra es estar en el lugar de trabajo. "Los chilenos gastan mucho de su tiempo en sus puestos, pero no producen. De esa manera, alargan
su permanencia en las industrias u oficinas, ya que si trabajaran mejor podrían salir sin problemas a las cinco de la tarde'', reflexionó. Lizana piensa que esta poca productividad es propia del chileno, tan bueno para sacar la vuelta. "Eso no pasa en otros lugares, como en los países desarrollados, donde trabajan dentro de horarios precisos y sin exagerar en sus horarios'', reflexionó.

El rotundo rechazo al proyecto de ley que proponía el 20 de septiembre como feriado legal por única vez -virtual sándwich entre los dos días patrios feriados y el fin de semana- hace ver que en Chile existe una tendencia a ser cada vez más trabajólicos.
Desde el Ministro de Economía, Jorge Rodríguez, pasando por la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa) y la Cámara Nacional de Comercio, hasta las agrupaciones de pequeños empresarios, opinaron que agregar un feriado más al calendario sólo traerá perjuicios para la economía chilena. Se calcula que un día no trabajado cuesta al país unos 200 millones de dólares.

"Si queremos eliminar la cesantía y volver a crecer a tasas altas, tenemos que trabajar más y tener menos días de vacaciones (...) días feriados son cinco millones de chilenos que trabajan y que no van a ir a trabajar, cualquier otro detalle no tiene comparación con el impacto que significa para la economía un día menos de trabajo". Esa fue la argumentación del ministro Rodríguez para negarse a la idea de decretar feriado 20 de septiembre.

En la Sofofa tienen claro que un día no trabajado en el sector industrial impacta entre un 1 a 1,5% menos en su crecimiento. Lo mismo ocurre con la Cámara Nacional de Comercio. Su rechazo a aumentar los feriados radica en que un día hábil menos implica entre 0,5 a 1,0 punto porcentual de menor actividad del mes respectivo. También la Confederación Nacional Unida de la Pequeña Industria y Artesanado (Conupia) impugnó la idea del feriado, argumentando que para el sector es sumamente caro tener que pagar horas extraordinarias por un trabajo que de todas formas se va a tener que realizar.

El 20 de septiembre el gobierno laboró duro para poder dar pie a la ya difundida frase con que el presidente Ricardo Lagos rechazó el feriado extra: "En Chile, el 20 se trabaja". Por esto, convocó ese día a las 14 horas a un consejo de gabinete, reunión que buscaba reforzar su "trabajólico" mensaje.

Pese a la buena disposición de las autoridades de gobierno y empresarios, en orden a suspender por un día las Fiestas Patrias, un panorama distinto se dio en la calle. Era absolutamente predecible. Los servicios públicos y ministerios funcionaron como un día normal, pero la afluencia de público fue escasa. En el sector privado, el ausentismo laboral excedió el 62 % pronosticado por la Asociación de Exportadores de Manufacturas, Asexma.

Santiago presentó imágenes idílicas al comienzo de la jornada con calles y avenidas completamente vacías y al mediodía con mucha gente paseando, pero no trabajando, y con un bajo flujo vehicular, tanto particular como de la locomoción colectiva.

¿De que sirvió entonces declarar al 20 como día hábil?. El ministro del Trabajo, Ricardo Solari, defendió férreamente la medida argumentando que aunque ciertas actividades disminuían durante estas fechas, "por otro lado el sector del turismo o la gastronomía y todo aquello vinculado a las vacaciones genera actividad, genera empleo, y genera crecimiento de la economía. Así que hay una compensación por ese lado que muchas veces no se ve", señaló ante la prensa.

Sin embargo, hay otra cara de la moneda. Para el diputado Juan Pablo Letelier (PS), quien junto a Pedro Muñoz (PPD) presentó la moción para decretar feriado el viernes 20, el tema central de la discusión no sólo tuvo que ver con el dinero. "Está claro que (el 20 de septiembre) bajará la producción pero pasará igual porque la mayoría lo hará sándwich", dijo. Advirtió que eso llevaría a un fuerte ausentismo laboral y a presentación de falsas licencias. El tema tuvo solo un análisis economicista, cuando en realidad se trataba de algo que tiene que ver con el tiempo en familia, alegó el parlamentario.

Trabajólicos, pero ineficientes

Está claro que en Chile se trabaja, y mucho. Ya es lugar común que se diga que nuestro país es donde más se trabaja, pero donde menos se produce. De muestra, un botón: el último informe de competitividad 2001, elaborado por el International Institute for Management Development (IMD) de Suiza sobre la base de 49 países, posicionó a Chile como el país en que más horas promedio por año se trabajan en el mundo. Su lugar en productividad, en cambio, baja al número 36 del ranking.

Incluso, Santiago posee el récord mundial de mayor número de horas trabajadas anuales: 2.244. Esta marca sobrepasa las horas trabajadas en Kuala Lumpur, con 2.200. Este estudio, realizado por el Banco Suizo de Inversiones (UBS), comparó a 58 ciudades. De él se concluye que América Latina y Asia llevan la delantera en cuanto a las más grandes jornadas laborales. En contraposición, los parisinos son los que menos horas dedican al trabajo (con 1.587), seguidos de Berlín (con 1.666) y Ámsterdam (con 1.686).

El presidente de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), Arturo Martínez, no cree que los chilenos sean trabajólicos. Dijo que lo que pasa aquí es que se permanece una cantidad enorme de horas en los lugares de trabajo, pero en productividad no se ve eficiencia. A juicio del dirigente gremial, en Chile hay dos problemas: uno que pasa por la ausencia de capacitación y, otro, la mala organización del trabajo, que no es un problema del trabajador. El promedio de horas de trabajo diario en Chile es de 12,45 y el año 99 era 11,40. "Para nosotros lo fundamental es que se mantenga el salario y se reduzcan las horas de trabajo. Eso es lo que ha hecho Europa, que trabajan de 36 a 40 horas semanales y así se podría absorber el desempleo. Pero en Chile estamos actuando al revés'', reclamó frente a los medios de comunicación.

La Directora del Trabajo, María Ester Feres, declaró que "en Chile se tiende a valorar socialmente el sometimiento a largas jornadas laborales, muchas veces sin justificación". Feres agrega que los tiempos de crisis acentúan esta tendencia, ya que durante ella las personas colocan a su trabajo como la primera, segunda, tercera y cuarta prioridad. Aseguró, además, que "se está trabajando en políticas públicas y leyes adecuados a la realidad", en referencia a la tendencia mundial de rotación de los trabajadores.

Antes, se usaba que una persona trabajara en una empresa toda su vida. Pero hoy, las personas cada vez cambian más de trabajo. "Tenemos que evitar que la rotación implique precarización, empleos de baja calidad, recursos humanos tratados como desechables y no como aliados estratégicos en los éxitos de las empresas", señaló Feres.

Mauricio Perrin, psicólogo laboral del Departamento de Estudios del Servicio Nacional de Capacitación y Empleo (Sence), indicó a The Moroso que el alargamiento de la jornada laboral se origina en un cambio económico estructural que ha vivido Chile en las últimas décadas. Factores como la competencia en un mercado global y cada vez más exigente exigen que la productividad aumente, acelerando la jornada y el ritmo de vida. "A esto se suma el aumento del consumismo, y una mayor valoración del éxito y la cultura de lo inmediato", agregó el profesional.

En Europa y Estados Unidos se ha comprendido hace tiempo que este exigente régimen actual hace que las personas pasen menos tiempo con su familia y no tengan actividades recreativas y de ocio. Por esto, y también para bajar las tasas de desempleo, Francia disminuyó su jornada semanal a 35 horas; los italianos tienen seis horas diarias de descanso; en Alemania, las personas tienen unas cinco horas de esparcimiento. La productividad de estos países, es, sin duda, mayor a la de Chile.
Para Perrin, el estrés laboral evidencia que "el largo tiempo que se destina al trabajo es tiempo que se resta a otras actividades, lo que empobrece la calidad de vida de los individuos y de la sociedad en general". Esto podría llegar a explicar, entonces, el alto índice de trastornos mentales de la ciudad de Santiago.

Clarisa Hardy, Directora Ejecutiva de la Fundación Chile 21, llama a la necesidad de que en este país se dialogue sobre las actuales condiciones laborales. "Nuestra competitividad debería estar basada en un mejor capital humano y social y no, como ocurre en la actualidad, en el sobretrabajo y en la extensión improductiva de la jornada laboral", remarca.