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Un respiro para
miles de deudores fue la aprobación de la Ley Sobre Protección
de Datos Personales, popularizada como ley Dicom. La nueva legislación
representa una segunda oportunidad para más de un millón
de personas naturales y dueñas de pequeñas y medianas
empresas, que se atrasaron en sus compromisos financieros o comerciales.
Como varias
otras normas que benefician directamente a las personas, el camino
de ésta tampoco fue fácil. Después de su aprobación
unánime en la Cámara de Diputados se estancó
alrededor de diez meses en la Comisión de Constitución,
Legislación y Justicia del Senado.
Entre las modificaciones que introdujeron los honorables, se encuentra
la salida inmediata del "nefasto" registro histórico
de aquellos deudores de servicios básicos y del Instituto
de Desarrollo Agropecuario (Indap). De ahora en adelante, aunque
exista morosidad no podrán caer a las garras del Dicom.
Insatisfechos,
algunos parlamentarios acusaron discriminación contra aquellas
personas que deben a otras áreas públicas, como al
Servicio de Vivienda y Urbanismo (Serviu) o los deudores del crédito
universitario.
Protección
a la vida privada
Hasta antes
de la ley, existía un registro histórico que daba
cuenta de la situación financiera de cada persona. Estar
en él significaba estar fichado, como los delincuentes con
la policía. Aún cuando purgan su condena, ya sea encerrado
en la cárcel o pagando la deuda, quedan "manchados".
Con las nuevas
normas se determina que, quien canceló sus pasivos debe ser
eliminado de la lista negra. Se indica además, que todo deudor
cuyo compromiso es menor a dos millones de pesos al primero de mayo
de este año también debe ser anulado del banco de
datos.
El informe de la Cámara de Comercio de Santiago (CCS), el
Boletín Comercial, que revela la situación pendiente
de personas o empresas cuenta con uno de estos registros.
Según
los autores de la normativa, encabezados por el diputado PPD Eugenio
Tuma, estas iniciativas son necesarias en medio de las condiciones
económicas actuales. Un factor importante para el parlamentario
son los altos índices de cesantía que el país
ha acumulado durante los últimos tres años. El último
trimestre móvil marzo-mayo arrojó un 9,1% de cesantes,
alrededor de 536 mil 300 personas.
Para alguien
que tenía antecedentes comerciales pendientes era muy difícil
encontrar empleo. Como no tenía trabajo, y por consiguiente,
tampoco remuneración le era imposible cumplir con sus acreedores.
El "mal antecedente" disminuía sus posibilidades
de trabajar. Y así el círculo vicioso se mantenía.
La ley favorece
la reinsersión laboral de los desempleados que tienen deudas.
Ningún empleador podrá condicionar la contratación
a incumplimientos económicos, financieros, bancarios o comerciales.
Pero, como dicen ancianos sabios, el papel aguanta mucho.
Los que alaban
la iniciativa resaltan que la más beneficiada con estas disposiciones
es la economía nacional. La ley Dicom estimula la asignación
de créditos a personas que, atrasadas y todo cumplieron con
su obligación.
Asimismo, las
pequeñas y medianas empresas (pymes) que se encuentran en
idéntica condición, podrán acceder a créditos
de la banca que le permitan incrementar su producción y generar
más empleos. Un verdadero golpe vitamínico para las
decaídas condiciones económicas actuales.
Otra de los
mandatos de esta disposición es que reduce de siete a cinco
años el plazo de prescripción para los datos de deudores
en los registros comerciales.
La publicada
ley prohíbe entregar información sobre deudas canceladas
o que extinguieron. Los datos sobre compromisos con el INDAP y de
servicios públicos de teléfonos, electricidad, agua
y gas no podrán ser comunicadas por las empresas responsables
de los registros o bancos de datos.
Venta
de datos históricos
El espíritu
de la ley no ha sido respetado en plenitud. Después del 13
de junio, día de la publicación del mencionado cuerpo
legal, se conoció de dos empresas que comercializaban su
base de datos a entidades bancarias. El diputado PPD, Antonio Leal,
denunció a las empresas Databussiness y Siisa, de transar
la información de más de dos millones de personas.
A la venta formal de registros comerciales supuestamente borrados,
se suma el florecimiento de las llamadas "fuentes informales"
para conseguir registros privados sobre deberes financieros. Según
entidades comerciales, la información es el único
modo de protegerse ante los malos pagadores.
No todo es
color de rosa
Los beneficios
de la ley son aplaudidos y respaldados por los gremios de pequeñas
y medianas empresas y por el comercio detallista, además
del gran número de desempleados. Pero también cuenta
con detractores.
El presidente
de la Asociación de Bancos e Instituciones Financieras, Hernán
Somerville, ha señalado en reiteradas ocasiones su malestar
frente a la medida. Aseguró que normativas que dificulten
el acceso a la información comercial resultan negativas para
el desarrollo de la economía.
El dirigente
planteó que en la medida que disminuye la calidad y cantidad
de información disponible, se dificulta el proceso de análisis
crediticio, aumentando por ello el riesgo y los costos de estos
procedimientos. Advirtió que es especialmente complicada
para el acceso a la banca de los segmentos de menores recursos de
la población.
La ley no debe
interpretarse como un "perdonazo", recalca el sector empresarial,
como erróneamente ha sido entendida, puesto que las obligaciones
impagas continúan vigentes y deben ser canceladas.
Otra de las
criticas que ha recibido la legislación desde los gremios
comerciales, es que la medida fomenta a los prestamistas informales.
Sostienen que las empresas pueden verse empujadas a endeudarse en
este mercado.
El sector más
perjudicado serían los pequeños negocios que no cuentan
con defensas apropiadas frente a sus deudores, señalan algunos
críticos.
En tiempos de crisis
Para los gestores
de la ley, ésta tiene como finalidad otorgar mayores beneficios
a quienes por diversas causas y por la situación económica
actual no han podido cancelar sus cuentas. Argumentan que durante
la crisis económica de los años ´80 se les dio
facilidades a los bancos para surgir. Añaden que hoy es lógico
dárselas a las personas más aquejadas económicamente.
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