Haciendo radio para la comunidad
El Auge de las Radios Comunitarias en Chile
En nuestro país existen más de 300 radios comunitarias, un número que año a año va en aumento. El pluralismo, la diversidad y la solidaridad son ejes de esta creciente corriente comunicativa, que no ha estado exenta de problemas y que hoy aboga por la proclamación de una nueva ley que las regule.
A fines de la década de los 80, la gente en Chile pedía ansiosamente un espacio donde poder expresarse; la dictadura coartaba el funcionamiento de los medios de comunicación opositores al régimen y la prensa oficial controlaba el flujo de información que se transmitía a todos los chilenos. En respuesta a la evidente falta de espacios, organizaciones populares comenzaron a desarrollar las primeras experiencias de radios locales a lo largo del país. De programación esporádica y transmisión clandestina, las radioemisoras se convirtieron en una alternativa a la “verdad oficial” y el antecedente más próximo de lo que hoy conocemos como radios comunitarias.
Casi 20 años después, el fenómeno comunicativo de las radios de baja cobertura, como también se les llama, ha explotado. Aunque sometidas a las limitaciones de la Ley Nº 18.168 de Telecomunicaciones, que regula su funcionamiento, nadie puede dudar del aporte que han significado para la democratización de la información y de las comunicaciones en Chile.
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Conductoras del programa Fresa Salvaje de Radio Juan Gómez Millas |
Mínima cobertura, máximo compromiso
Las emisoras comunitarias son servicios de radiodifusión de libre recepción, que operan en la banda de 88 a 108 MHZ. Para iniciar un proyecto radial de este tipo, se debe postular a la concesión de un dial a través de Concursos Públicos abiertos por el Ministerio de Telecomunicaciones. Según la ley, todos los habitantes de la República tienen acceso a participar de las telecomunicaciones y por ende, de las concesiones radiales de mínima cobertura.
Para los radialistas, lo que define a una radio comunitaria no es el espectro de cobertura que se abarque sino el compromiso que se adquiere con la comunidad a la que va dirigida. La búsqueda de un periodismo independiente, una programación democrática, pluralista y cercana, así como la retroalimentación activa con sus auditores, son algunas de las máximas que tienen en común los proyectos de radioemisoras comunitarias nacionales.
En Chile existen más de 300 emisoras que transmiten de manera continua o segmentada, en pequeñas áreas de cobertura. De este número, 200 están reunidas en la Asociación Nacional de Radios Comunitarias y Ciudadanas de Chile (ANARCICH), la cual preside Alberto Cancino, también director de radio Primera 107.3, de Independencia. Sin embargo, desde su época de gestación, la historia de las radios comunitarias no ha sido fácil.
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Panelistas de La Rompieron, espacio difundido por Radio Juan Gómez Millas |
La dura lucha de las radios comunitarias
Al retornar a la democracia, alrededor de 25 radioemisoras comunales se asociaron en la extinta Agrupación Nacional de Radios Populares (ANARAP), con el principal objetivo de legitimar política y jurídicamente el espacio social de la comunicación radiofónica.
Ante la necesidad de regularizar el tema, el gobierno de la época emprendió la tarea por medio de una iniciativa que puso en serio riesgo a las radioemisoras que habían proliferado con gran fuerza durante el último tiempo: la introducción de modificaciones a la Ley de Telecomunicaciones para poder sancionar con penas de cárcel e incautación de equipos a aquellas radios que funcionaran sin los permisos legales.
A pesar de ello, se hacía claro que estas sanciones serían inaplicables para las radios de mínima cobertura, pertenecientes a sectores de bajos recursos, sin fines de lucro y que habían sido protagonistas del retorno a la democracia. Tras intensas negociaciones entre el gobierno y la ANARAP, se estableció la discusión de un segundo proyecto de ley que regularía la actividad de estas emisoras, las cuales decidieron silenciarse voluntariamente mientras durase la discusión.
Luego de cuatro años de debate en el Congreso, a fines del 1994, se dictó la primera ley que regulaba la actividad radial de baja cobertura, no comercial. La promulgación de la norma hizo pensar a muchos que el trabajo de los pequeños radiodifusores se desarrollaría con mayor libertad, herramientas y recursos. Pero los esfuerzos desplegados en oposición a ella, encabezados por la Asociación de Radiodifusores de Chile (ARCHI), limitó y restringió el accionar de las radios comunitarias, a través de variadas trabas legales, que hoy la ANARCICH busca reformar con urgencia.
La limitación del radio de cobertura a 1 watt de potencia, equivalente a un área de transmisión de un kilómetro cuadrado, dependiendo de las opciones geográficas de cada lugar; la imposibilidad de transmitir publicidad pagada, dificultando la subsistencia de las radioemisoras; y tres años de concesión radial, en contraste con los 25 años con los que cuentan las emisoras “comerciales”, son sólo algunas de las limitantes con las que se encuentran día a día las radioemisoras para poder funcionar normalmente.
¿Cómo sobrevive una radio comunitaria en estas condiciones? La mayor parte de las personas que trabaja en una radio comunal lo hace voluntariamente, sin recibir ni un peso. A su vez, muchos radialistas se las han ingeniado para contar con algunos ingresos "colando" pequeñas publicidades a través de lo que llaman "utilidades públicas". Otros han optado por crear un sistema de socios agrupados en torno al programa de su preferencia, con el que cooperan con una módica suma de dinero todos los meses. Bingos, kermesses y completadas, son otras de las alternativas que han encontrado los pequeños radiodifusores para mantener vivos sus proyectos radiales.
Para solucionar estos conflictos y facilitar la labor de las radios de mínima cobertura, la ANARCICH trabaja desde hace años en la implementación de una nueva ley, que otorgue más libertad y oportunidades a las radios comunitarias: “Actualmente estamos trabajando con el gobierno para presentar en pocos meses un proyecto de Ley de Radiodifusión Comunitaria Ciudadana que permitirá el desarrollo de este sector en Chile”, afirma el presidente del organismo. Dentro de esta nueva propuesta, se incluyen varias medidas como el aumento de la señal en concesión (de tres a quince años) y la posibilidad de transmitir publicidad pagada, medidas que ayudarían a mejorar la calidad de transmisión de las emisoras locales y la apertura de nuevas posibilidades para la comunidad.
El auge de las radios comunitarias
Durante el último tiempo, las emisoras locales han alcanzado un gran nivel de audiencia en comparación a la de años anteriores. “Atribuimos este éxito al trabajo que han realizado las radios comunitarias, que han sabido canalizar el sentir de la gente. Ofrecieron sus micrófonos para la expresión del pueblo sin censura, sin discriminación y han generado identidad cultural. Además, han apoyado la promoción de la música nacional y bandas emergentes a nivel local”, comenta Alberto Cancino.
Entre los factores que han incrementado la formación de este tipo de medios, destacan la pluralidad y diversidad que las radios comunitarias ofrecen. De esta forma podemos encontrar radioemisoras de distintas orientaciones religiosas o pensamiento político, así como otras que acentúan las temáticas de igualdad de género y la participación ciudadana. Además, las radioemisoras sirven como una instancia donde los propios integrantes de la comunidad pueden expresar sus inquietudes, y se han establecido como una alternativa a los medios de comunicación imperantes dentro de nuestra sociedad.
Es el caso de la Radio Juan Gómez Millas, una iniciativa de la Dirección de Extensión del Instituto de la Comunicación e Imagen que, reconociendo la necesidad de establecer un medio de comunicación dentro de nuestro campus, postuló a la concesión de una radio comunitaria para Macul el año 2004.
Fueron los propios alumnos de la Escuela de Periodismo de nuestra casa de estudios quienes trazaron los primeros lineamientos y objetivos de esta emisora, donde las inquietudes universitarias y sociales, la información y la música, se han constituido como los principales tópicos de su parrilla programática.
En diciembre del 2004 se hizo oficial la primera transmisión de la radio JGM, pionera dentro de las emisoras comunitarias en la difusión on line, convirtiéndose en un medio abierto a todos los estudiantes del campus, quienes han dotado de diversidad y creatividad la programación de la 104.5
Actualmente, radio JGM es un proyecto consolidado dentro de nuestro Instituto, que cuenta con 17 programas al aire -7 de ellos transmitidos en vivo-; y que continúa creciendo día a día, siempre con el objetivo de tener a la comunidad como principal protagonista de su experiencia.
Es así como el invento de Guglielmo Marconi, que llegó a Chile en 1922, y que nos acompaña fielmente en diferentes momentos del día, informándonos o divirtiéndonos; no sólo pertenece a los grandes consorcios radiales, sino que a toda la comunidad a través de un espacio abierto de expresión, del que deben apropiarse todos los chilenos.
Texto: Daniela Ruiz y Diego Quezada |
Fecha
de publicación:
Lunes 23 de octubre, 2006 |
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