Ese "incómodo" tatuaje de la libertad
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Ximena Póo, periodista y jefa de Carrera de la Escuela de Periodismo |
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"Miles de personas de todo el mundo son hostigadas, acosadas, víctimas de torturas o malos tratos, e incluso 'desaparecidas' y asesinadas por expresarse de acuerdo a su conciencia o por investigar y dar a conocer información que incomoda a gobiernos o grupos armados". Amnistía Internacional daba cuenta así del Día Mundial de la Libertad de Prensa, un día para ser grabado a fuego el resto del año en la memoria de los periodistas, sobre todo en la de aquellos que han traicionado su espíritu de comunicadores al ser, libremente, capturados por la falta de riesgo, por la modorra a la hora de investigar y por la ilusión al momento de abandonar la búsqueda de caminos de verdad entre máscaras, en medio de simulacros eternizados por el mercado.
Es por eso que el valor de lo que ayer sucedió en el Instituto de Comunicación e Imagen no deja de ser importante. Bienvenida, entonces, la reflexión posterior y ese tatuaje que las nuevas generaciones de periodistas debieran enrostrar al poder, cualquiera que éste sea, en cada uno de sus actos para acabar con el secretismo que cubre de velos de aquello por lo cual la sociedad civil vuelca sus ideales, sus derechos y libertades.
No hay palabras gratuitas cuando vemos que en países como Chile las grietas son muy profundas cuando se trata de libertad de prensa. Profundas porque es un escándalo la masiva muerte de medios independientes durante los últimos años; profunda porque el Estado, a través de los sucesivos gobiernos de la Concertación, no ha salido de la retórica de que el mercado debe regir y regular la existencia de los medios y en este contexto, no ha existido la voluntad de apoyar el levantamiento de otras voces, por cierto, críticas.
Un escándalo es también constatar entre los periodistas la escasa información que manejan sobre las violaciones a la libertad de prensa y expresión (para qué decir de otro tipo de violaciones a derechos fundamentales) en América Latina y en otras zonas del mundo. Me aventuro a pensar que son muy pocos los que han leído el último informe de Reporteros sin Fronteras y menos quienes se interesan, por nombrar sólo un caso, por saber de que el periodista colombiano Hollman Morris es uno de los más recientes "objetivos militares" de un nuevo grupo paramilitar en Colombia.
Del diagnóstico a la acción, y es ahí donde el ICEI de la Universidad de Chile tiene una excelente plataforma humana y profesional desde donde aportar, dando sentido al pensamiento crítico, la denuncia, la investigación en comunicaciones y la investigación periodística. Ese es el tatuaje que se pretende grabar a fuego; un fuego que se alza cuando se sabe que callar no es más que otra forma de tortura.
Texto: Ximena Póo, periodista y jefa de Carrera de la Escuela de Periodismo
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Fecha
de publicación:
Domingo 7 de mayo, 2006 |
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