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Marcel Claude y la nueva institucionalidad medioambiental:

“El Estado está al servicio del capital privado y no de los pueblos”

Marcel Claude plantea fuertes críticas a la democracia chilena

Desde la cabeza de la Fundación Oceana, Claude critica al Estado, a los gobiernos de la Concertación y de paso, a los chilenos. Pese a que a su juicio las ONG están en crisis, son la trinchera que le permite atacar transversalmente al statu quo nacional.

Marcel Claude es un hombre crítico por esencia. De posturas claras, categórico. No le importa quedar al margen. Economista de profesión, la política le corre por las venas y no se queda callado.

Respecto a Chile, tiene una postura clara:

“Yo creo que hay que entender las cosas en su médula espinal. La estructura ósea de la política en Chile está atravesada por la lógica privada del interés. El Estado de Chile tiene como meta central una relación privilegiada con los grupos económicos, donde el objetivo del Estado de Chile, su razón de ser, es la rentabilización del capital privado”.

Como director ejecutivo de Oceana, Fundación Internacional dedicada a la protección y recuperación de los océanos, ha fustigado la política medioambiental del gobierno de Michelle Bachelet, incluso ha catalogado la creación del Ministerio del Medio Ambiente como una medida “cosmética”.

The Moroso: ¿Por qué una medida “cosmética”?

Marcel Claude: Porque en Chile, si el medio ambiente se destruye, si hay depredación, tiene que ver precisamente con ese proceso de acumulación. Los ricos ahora son ricos porque están en una extracción primaria, en un proceso de acumulación primaria de capital.

ThM:¿En qué sentido?

MC: Porque se dedican a convertir bosque nativo en capital financiero, reservas mineras en capital financiero, recursos pesqueros en capital financiero; aquí no hay valor agregado. Las grandes riquezas en Chile están vinculadas a la extracción de un recurso natural en forma primaria. Son los que proveen de recursos naturales, de insumos, al aparato productivo de la actual globalización financiera. Ese es el rol que juegan nuestros recursos. Por eso se depreda el medio ambiente en Chile.

Sintetiza:

“Esas elites son las que tienen el poder y ponen a la Bachelet en el gobierno, o ponen a Lagos en el gobierno. Y no van a aceptar una política de medio ambiente que modifique sustancialmente este modo de acumulación que es la base de su poder, la base de su sistema de vida, la base de su propia seguridad como grupo. En ese contexto, el medio ambiente no puede ser si no cosmético, una uña de la mano de este cuerpo que es Chile”.

ThM: Pero, en ese sentido, cualquier esfuerzo que incluya el problema medioambiental como política de gobierno no sería válida, porque el trasfondo siempre es monetario.

MC: Lo que pasa es que hoy día el planeta está ordenado por esa lógica y todos los estados más o menos están orientados en esa dirección. Nosotros tenemos una democracia débil, esto es una dictadura sin detenidos desaparecidos, pero sigue siendo una dictadura. Aquí no hay libertad de expresión, no hay transparencia, no hay movilidad social, no existe la representación democrática de la voluntad popular. Lo que está representado en el Estado son los intereses privados del capital y el interés público no está ni siquiera en segundo orden. En consecuencia, el medio ambiente, los derechos ciudadanos, la libertad de opinión, que son temas de interés público, no tienen cabida si no es en la medida de lo posible.

ThM: Pero entonces, ¿de dónde sale la preocupación del programa de Bachelet por generar este ministerio que le da una institucionalidad política al tema ambiental si es algo que no va a poder reformular sustancialmente?

MC: Yo creo que igual es una demanda ciudadana. No lo sé en realidad, también tengo esa duda.

ThM:¿De dónde viene la necesidad de crear un ministerio?

MC: El tema del medio ambiente es uno de los problemas de nuestro tiempo. Más o menos se refleja en la ciudadanía, más o menos le preocupa a la ciudadanía, pero al menos es un problema de nuestro tiempo, algo de lo que tú no te puedes no hacer cargo. Por eso yo creo que se propone el ministerio del medio ambiente.

ThM: Pero en el ministerio significa darle un carácter político, porque la Conama es un organismo eminentemente técnico…

MC: Es que es un tema político, es política pública. De alguna manera se abordó durante los primeros 16 años de la Concertación con una Comisión Nacional del Medio Ambiente que ha llegado a su tope máximo, ha sido completamente inoficiosa, no se para la depredación del medio ambiente, entonces qué hacemos, no podemos seguir insistiendo en lo mismo, tenemos que buscar un mecanismo que reactualice y que muestre al Estado involucrado, asumiendo el desafío del medio ambiente. Y cómo lo hacen, con una innovación institucional, creando un ministerio que muestre a la ciudadanía que el gobierno sí asume el problema.

Marcel Claude: “Yo creo que el problema de Chile es que la ciudadanía no tiene amparo de nadie”

“Fortalecer la democracia es que ellos desaparezcan del poder”

En su amplia y oscura oficina del segundo piso de un antiguo edificio ubicado en el Parque Bustamante, Claude piensa en Chile. Está desilusionado, pero no desesperanzado:
“Este es un pueblo que está convertido en una masa informe y estúpida que no reflexiona, que no piensa”, dice.

A través de una rama del frondoso árbol que da justo a su ventana se cuelan algunos rayos del último sol de la tarde. Con el rostro levemente iluminado y mirando hacia un horizonte imaginario, reflexiona:

“Aquí las cosas no van a cambiar a no ser que efectivamente se fortalezca la democracia y eso no le interesa a los gobiernos de la Concertación, porque fortalecer la democracia es que ellos desaparezcan del poder. Si la democracia se fortalece en Chile, si hay discusión, debate, si es posible cuestionar a las autoridades por todas las falencias, las faltas de consistencia, porque no cumplen, por las relaciones privilegiadas que tienen, porque no han logrado desactivar el sistema de acumulación desenfrenada que hay hoy día de capitales, ellos van a dejar el poder”.

ThM: ¿La solución entonces sería decapitar a la clase política?

MC: No sé si descabezarla, pero sí hacer entrar otro actor que es la ciudadanía.

ThM: ¿Cómo?

MC: Desde la sociedad es muy sencillo. Cuando los pueblos quieren cambiar su historia se movilizan, se organizan, se articulan, crean medios de comunicación, discuten públicamente. La única manera de contener la aberración de un sistema que se expande de manera ilimitada como el capitalismo, es con el contrafuerte de la democracia. Una democracia sólida y fuerte que sea capaz de poner a los estados al servicio del interés público y no al servicio del interés privado.

ThM: Sin embargo, el mundo ambiental, que está compuesto de organizaciones civiles, está altamente atomizado, disgregado y no ha logrado constituirse en un contrapeso a las cúpulas de poder.

MC: Las Organizaciones no Gubernamentales (ONG) están en una grave crisis de credibilidad, porque no han logrado realmente ser instancias de representación ciudadana. Lo que hay que reivindicar en Chile son organizaciones civiles, organizaciones de bases, sindicales, universitarias, ellas son las que deberían modificar el escenario de la política chilena. Las ONG están completamente limitadas por el tema de financiamiento, por sus vinculaciones con el Estado o incluso con el capital privado. Yo no apostaría a las organizaciones ambientalistas. Las ONG ambientalistas están cada día en peor pie para poder representar la cuestión ambiental.

ThM: Entonces, ¿quiénes son los referentes?

MC: No hay muchos referentes.

ThM: Por ejemplo, en el caso de las centrales que se planean construir en Aysén es Tompkins el que aparece como referente, la cara visible, el que negocia con los empresarios y a nadie parece importarle el resto de la gente que se verá perjudicada con la central.

MC: Pero eso tiene que ver con cómo opera Chile. Yo creo una organización con dos personas, y empiezo a escribir columnas de opinión y digo ‘yo soy ecologista’ y me convierto en un referente, pero ¿a quién represento?, ¿cuáles son las organizaciones que me han elegido para representarlas? Sigue siendo una cosa aristocrática. Nadie los ha elegido ¿Quién eligió a Tompkins? Él llegó, con plata, compró un terreno y dijo ‘aquí voy a poner un parque’, empezó a negociar con el gobierno y se convirtió en un referente, pero él sigue su propia lógica, su propia agenda. Que yo sepa, aquí no hay un cuerpo articulado de organizaciones que tengan un fin común que se llame medio ambiente.

ThM: Con quién se negocia, entonces.

MC: Bueno, con el que esté dispuesto a negociar.

ThM: Y quién interfiere a favor de las personas que se ven afectadas con los atentados al medio ambiente ¿Cuál es el apoyo que tiene la ciudadanía?

MC: No lo tienen. Tampoco nosotros somos un respaldo. Qué respaldo podemos dar nosotros a la ciudadanía, no tenemos ninguna capacidad, podemos entregar información, hacer un meeting, pero qué más podemos hacer… Estas organizaciones no son amparo de nada, no tienen ninguna representación, ni tampoco tienen ningún fuero legal, ninguna capacidad de hacer valer la fuerza de una ley, nada. Son jugadores outsiders de la lógica del poder.

ThM: No hay respaldo, entonces

MC: Yo creo que el problema de Chile es que la ciudadanía no tiene amparo de nadie, no hay ninguna instancia institucional en Chile que proteja a los actores privados, porque la Justicia, el Parlamento y el Ejecutivo están al servicio del capital privado y no de los pueblos.

ThM: Esa es una visión un tanto apocalíptica

MC: ¡Pero si no es apocalíptica! Es simplemente realista. Lo que el pueblo tiene que hacer es salir a la calle, tal como lo hicieron en Argentina los piqueteros y ahora los franceses para bajar el contrato de primer empleo que ellos llamaron ‘contratos basura’. Y los bolivianos, que movilizaron a la gente, protestaron y eligieron un Presidente. Eso no es apocalíptico, siempre ha sido así, por lo demás.

ThM: Pero en Chile eso no ocurre

MC: Claro que no ocurre, y en ese sentido estamos súper atrasados. Yo miro a Chile como un pueblo que estuviera metido en una pieza oscura en donde lo único que tiene es una televisión para ver y trabaja todo el día, 11 horas promedio de trabajo y trabaja para comer lo básico y ver la televisión. El aislamiento, la individualización de la ciudadanía es a tal nivel que es impensable movilizar a la gente. Pero eso es un proceso que algún momento se va a quebrar. Porque es lo que está pasando en Argentina, en Europa. Es un proceso y evidentemente va a cambiar, se va a modificar.
Tarde o temprano esto va a cambiar.

 

Por: Macarena Peña y Lillo Fecha de publicación:
viernes 5 de mayo 2006