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Tornerías: Un negocio estable

Avenida Matta lejos del tiempo

Avenida Matta lejos del tiempo
Los perfiles torneaos clásicos de la mueblería nacional

A medio camino entre la actividad industrial y el trabajo artesanal, las tornerías labran su futuro en base a las necesidades cambiantes de lo chilenos de piezas de madera tallada.

Cientos de maestros artesanos silenciosos tras sus tornos contribuyen a la estética del país con su trabajo anónimo y persistente.

La tornería es un oficio a la antigua, con conocimientos que se pasan de un maestro a otro. Hasta hace algunas décadas, la educación pública industrial arrojaba al mercado un gran número de especialistas en el arte de tornear la madera o el metal; así mismo los talleres de las cárceles aportaron manos al rubro de la tornería. Eran tiempos anteriores a los moldes de resinas sintéticas, muebles de madera prensada y la diversificación infinita de los materiales de construcción y ornamentación.

Un torno es una maquina que hace girar un trozo de madera sobre un eje mientras un maestro talla, con diversas herramientas cortantes, el perfil deseado en todo el contorno de la pieza. Este tallado en redondo puede hacerse en madera seca y sana de todos los tipos y diámetros, según el tamaño de la maquina.

La tornería en madera es una artesanía industrial que nutre de piezas mayores, moldes, pedidos mayores y encargos especiales a sus casas de ventas y empresas de diversos rubros.

A pesar de esta estructura industrial y comercial formal, la tornería es un arte “al ojo”: no hay matrices que fuercen el perfil que se desea obtener, ni hay forma de corregir errores mayúsculos; todo se juega en el ojo y el pulso del maestro y la excelente calibración de su máquina.

Tampoco deambulan hombres de overol azul, tiznados con grasa, cuidando de la maquinaria ya que cada maestro tornero es responsable, mantiene, repara y calibra su torno y las herramientas que utiliza.

Todo esto hace que cada pieza torneada sea única y casi de autor. Incluso cuando buscan reproducir fielmente otra pieza, la mano de cada persona se trasluce y le da a los contornos hipnotizantes líneas propias.

Diferente al trabajo realizado en talleres y fabricas, torneros particulares realizan los trabajos sistemáticos para constructoras u otras grandes empresas con su equipo propio y asumiendo los gastos operacionales personalmente.

En la comuna de Santiago, las cuatro cuadras comprendidas entere las esquinas de la Avenida Manuel Antonio Matta con San Ignacio y Nataniel Cox, concentran aproximadamente 20 locales dedicados a la mueblería en madera pero particularmente a las piezas de madera torneada.

Es conocida como la calle de los torneros, aunque lo que está desplegado en las aceras es un conjunto de muebles con muy pocas piezas torneadas: mecedoras, sillas de todo tipo, mesas sencillas con cubiertas de cerámica, juegos de terraza, cunas, etc....

Avenida Matta lejos del tiempo
Un local que comercializa muebles en el sector de las tornerías

Mónica y su amiga son estudiantes brasileñas recién avecindadas en Santiago; andan buscando camas y sillas para amoblar su nuevo departamento en el centro de la capital. “Los amigos nos dijeron que aquí comprábamos muebles nuevos, baratos, pero no hay mucha variedad y es un poco caro, ¿no?” Observa Mónica arrastrando las eses.

“Antes aquí había un par de tornerías no más pero aprovechando que la gente viene a comprar acá, se instalaron todas estas mueblerías, pero venden de todo, cosas que nunca han visto un torno.” Comenta Daniel Garrido, encargado del local de ventas de la tornería Progreso (Av. Matta 1357).

Cuando la fabricación de mueblería requiere piezas de finos contornos recurren a los torneros, prolíficos en patas de sillas y mesas, balaustradas, argollas, tapitas, barras de cortinas, doseles y adornos varios.

Además de las mueblerías, recurren a ellos las constructoras, diseñadores y cualquiera que necesite terminar o vestir un espacio público o privado.

“Cuando Carabineros dejo de usar lumas de madera de luma, nos vinieron a entrevistar porque pensaron que nos íbamos a quedar sin trabajo, pero no pasó nada. Este negocio es estable aunque va un poco a la baja”.

Hoy ya no fabrican bastones para Carabineros pero siguen fabricando porras para guardias de seguridad y gente que las encarga para defenderse... Eso sí, Daniel nos aclara que la madera más dura que se usa hoy para ese propósito es la de eucaliptos.

Tornería Progreso

En la tornería y fábrica de muebles Progreso trabajan once personas entre torneros y mueblistas. La dueña, Patricia Montenegro, heredó el negocio de su marido que era maestro tornero, ya llevan instalados en el barrio más de 30 años y hace mucho tiempo que no necesitan reducir personal para mantener su rentabilidad.

La fábrica, que está ubicada a media cuadra de Av. Matta por calle Roberto Espinoza, tiene implementada una tornería con capacidad para cumplir pedidos importantes. Además de hacer piezas torneadas, arman muebles con diseños propios y por encargo, además tienen su local de venta en Av. Matta a cargo de Daniel y su ayudante Joselín Alarcón.

Avenida Matta lejos del tiempo
Joselín junto a una caladora, frente a él un molde especial encargado a Progreso

Joselín, que lleva 21 años en Progreso está encargado de algunas de las pocas máquinas que tienen en el local de avenida Matta: una caladora, un taladro para perforar a lo largo, un esmeril y pocas cosas más que le sirven para dar acabado a algunos trabajos y realizar tareas pequeñas en la trastienda donde cuelgan miles de anillos para cortinas, y en cuyas paredes cientos de varas de todos los tonos, diámetros y altos, descansan.

Joselín cuenta que la madera más de moda hoy es el Raulí, una mirtácea nativa del sur de Chile con madera de tono amarillento. Respecto de las formas, comenta que aunque hay algunas pequeñas variaciones, los diseños se mantienen según una tradición implícita en los talleres de tornería. Recuerda un sinnúmero de piezas especiales pero la que primero salta a su memoria como algo realmente especial son “los moldes para los pilares de la estación Cal y Canto del metro”.

En el local de ventas de Av. Matta, de lunes a vienes ingresan por caja $600.000 promedio, aunque con lo errático que es este negocio, puede suceder que un pedido excepcionalmente grande entre por esta vía, como pueden sucederse meses de baja actividad.

Esta inestabilidad no parece perturbar a Daniel, que trabaja hace 30 años en el rubro, 19 de ellos para la familia Montenegro, dueña de Progreso. “Hay días que vendo apenas $50.000 pero otros que cierro la caja con $300, 400 mil pesos. Siempre ha sido así esta cosa.”

Los fines de semana suelen ser provechosos gracias a la venta al detalle. Las familias se pasean buscando balaustradas, verjas para escaleras, pasamanos, repuestos o reproducciones de piezas quebradas.

Avenida Matta lejos del tiempo
Daniel ya está aburrido de los palos, pero tras 30 años de oficio, duda que cambie alguna vez

Daniel cuenta que entró a trabajar a Progreso como secretario, a cargo de los libros y contabilidad, pero con los años y el contacto con los talleres y la madera se fue metiendo entre las máquinas, cepillos y caladoras “pero nunca en el torno” aclara. Hacia el final de la conversación Daniel confiesa riendo, estar aburrido de los palos y el aserrín entre los que ha vivido toda su vida.

Al igual que Joselín y los demás en el taller, Daniel es pesimista frente al futuro: “Los cabros ya no se interesan por trabajar en una fábrica, habiendo tanta cosa que se puede estudiar hoy, ¿quien va a querer arriesgar los dedos en un torno? Son muy pocos.”

Sin embargo la demanda por productos torneados se mantiene. Fuera del estrecho panorama de Avenida Matta los torneros particulares desarrollan sus propios métodos de trabajo, manteniendo la relación estrecha con sus máquinas que caracteriza al oficio.

Además de los maestros torneros que fabrican piezas de uso común, algunos con inquietudes artísticas desarrollan técnicas, aplican tecnología y conocimientos ancestrales e investigan las infinitas posibilidades de las diversas maderas generando sofisticadas piezas de diseño o colección como las que se encuentran en el panorama internacional de la tornería.

Aunque esta veta del trabajo tras el torno no radica hoy en los sencillos talleres de Av. Matta, tiene aquí su antecedente tradicional y mucho del conocimiento que se requiere para lidiar con los palos.

 

Por: Natalia Araya Raccoursier Fecha de publicación:
viernes 5 de mayo 2006